No más precipicios

Publicado: 05/07/2024
Autor

José Antonio Sau

El blog 'Fuego amigo' lo escribe José Antonio Sau, periodista y escritor

Fuego amigo

En mis columnas hablo de la Málaga que fue, de la que es y, a veces, de la que será

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Y luego: pues cantera, mesura, sentido común y jugadores de calidad, que los hay buenos y baratos
El Málaga ya es de Segunda. De segunda División. Me niego a usar el palabro promocional que han usado para definir la categoría. El partido en Tarragona fue agónico, con chulería catalana incluida al publicar el Consistorio, antes de que se jugase el encuentro, cómo iban a celebrar el ascenso. No se puede vender la piel del oso antes de cazarla. Hubo hasta quien aprovechó la partida para repartir carnés de malaguista desde su púlpito. Qué cansancio con los puristas. Los mismos que ayer defendían al jeque hoy son los sumos sacerdotes albiazules, sin saber la relación que cada uno ha establecido con el equipo, seguramente traumática tras años de decepciones y desilusiones. Y ahora qué. Pues lo primero es que la administración judicial acabe con buen tino. Eso para empezar. Y luego: pues cantera, mesura, sentido común y jugadores de calidad, que los hay buenos y baratos, sin tener que volver a endeudarnos para que paguen el débito nuestros hijos. O los hijos de nuestros hijos. Y podamos evitar otra vez a la historia del Club Deportivo Málaga, aquel equipo que dejamos morir entre todos porque Málaga es así. Así de cainita. Una vez escribí en un artículo, que fue muy atacado, por cierto, por los defensores del jeque, que se necesitaban empresarios malagueños y malaguistas limpios de corazón y de mente clara para echarle ganas, tiempo y dinero al Málaga. Tenemos empresas punteras en nuestro territorio, pero pocos se echan para adelante, cuando es lo único que nos hace falta. Basta ya de aventuritas exóticas. Volvamos a la prudencia financiera y al ojeador con tino que busca jugadores con calidad y fuerza en cualquier categoría, de esos que engrandecen la cantera de una escuadra y la convierten en una institución respetable y con vocación de perdurar en el tiempo. El sentimiento malaguista es, sin duda, algo inexplicable, como bien dice esa preciosa canción del Kanka y la Peláe,  pero podría dejar de serlo si uno es capaz de sentirse orgulloso del sentido común de sus dirigentes futbolísticos, sin precipicios (más allá de los que proporciona el juego), y con paso firme en una categoría compleja. Sé que el fútbol tiene hoy unos sueldos indecentes, que es imposible competir con los grandes, favorecidos, además, por la aquiescencia institucional y el capitalismo de palco, pero el sello de los clubes modestos no puede ser otro que el trabajo y la eficacia.

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