Nubes isleñas

Publicado: 20/04/2020
Autor

Adelaida Bordés Benítez

Adelaida Bordés es académica de San Romualdo. Miembro de las tertulias Río Arillo y Rayuela. Escribe en Pléyade y Speculum

Hablillas

Hablillas, según palabras de la propia autora,

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La azotea, el balcón, mirar por la ventana ayudan a sobrellevar la situación.
Uno de los hábitos que echamos de menos es el de pasear, ese rato a solas con el aire y la luz, con el ruido exterior como fondo de nuestro silencio por donde bailan las cavilaciones. La azotea, el balcón, mirar por la ventana ayudan a sobrellevar la situación. De alguna manera nos refugiamos en estos espacios que se abren al exterior para que la mente se escape y se cuele lo que nos rodea y nos techa, las nubes bajo el azul isleño.

Hasta que el tiempo asiente, podemos dedicar una parte del día a encontrar ese silencio, ese equilibrio que nos falta ante el bombardeo continuo de la actualidad. No podemos decir, desgraciadamente, que en ella hay otras cosas, y si las hay es la referencia a la muerte de un personaje más o menos conocido. Hoy solo hay una noticia que se ramifica, con una nota curiosa referida a los niños o al arte como cierre de los informativos, pero inherente al tema de la jornada. Es lo que tenemos y todos los días debemos hacer el esfuerzo por vivir de esta forma hasta que todo vaya pasando. Por eso echamos la mano a nuestro exterior más cercano, al cuadrado limitado que nos conecta con el aire, la luz y ese silencio que acaricia los oídos, que baila en el interior.

Hay especialistas que aconsejan mirar al mar, contemplar la rugosidad de la superficie, la cadencia de las olas para que se altere de manera favorable nuestro estado emocional. Salvo que vivamos cerca de él, esa sensación de tranquilidad en la infinitud nos la aporta el cielo, la rugosidad la ponen las nubes, y la cadencia el empuje del viento. No es lo mismo, sin embargo la alternativa nos puede ayudar, porque si durante el invierno el amanecer es claro y brillante, en primavera se arrebata. Es frecuente ver el cielo incendiado cuando el sol aún no ha salido, un fenómeno del que no solemos disfrutar, porque a esa hora, normalmente, estamos inmersos en la rutina matinal. Las circunstancias actuales favorecen este momento y si no hay ganas de madrugar, entonces el atardecer puede ser también espectacular.            

Hagamos un esfuerzo y de igual forma que en los grupos del móvil se comenta la actualidad o se reenvían videos e imágenes, démosle distancia a la vista, recreémonos en el cielo y luego hagamos una foto a nuestras nubes, una imagen para guardarla o compartir serenidad. Mientras estamos en ello, abrimos un paréntesis en la actualidad, aunque sea un momento. Cuando pase el tiempo y las veamos de nuevo, nos daremos cuenta de que mereció la pena y comprobaremos que son las más bonitas. Ánimo y a por otra semana.

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