Sobre los aprovechados, una gentuza sin escrúpulos, fueran políticos, intermediarios o testaferros, debe caer todo el peso de la ley
En los últimos días Jaén ha vuelto a ser noticia por el escándalo de la trama de los ERE y en concreto por formar parte de la geografía de este caso de corrupción que investiga la juez Alaya, quien pretende llegar hasta sus últimas consecuencias y ahora acaba de pisar el acelerador tras un periodo de cierta parálisis como consecuencia de una baja por depresión de la propia magistrada. Sobre este caso ya se pronunció la comisión investigadora del Parlamento, si bien sus conclusiones fueron bastante descafeinadas y parece que quedaron más en la periferia que en la raíz verdadera de un problema de grandes dimensiones y de mucho dinero, del que por lo que ya se conoce, aunque sigue habiendo interrogantes, ha habido una serie de intermediarios para el cobro de las ayudas que se han llevado la pasta por la cara, como el jienense Juan Lanzas, conocido como “el conseguidor”, un simple exsindicalista que logró enriquecerse en su labor de mediación cobrando al parecer por cada expediente que se tramitaba, un tipo sin escrúpulos, bien relacionado política y sindicalmente, y que debió tenerlo fácil para hacerse con un patrimonio tan cuantioso como dice la jueza, parte del cual ha sido encontrado por la Guardia Civil. Sobre estos aprovechados, fueran políticos, comisionistas o testaferros, que lamentablemente parece que actuaron impunemente ante la falta de control que debe corresponder a una institución pública como la Junta de Andalucía, debe caer todo el peso de la ley, sin contemplaciones, porque esta gentuza sin escrúpulos no las merecen.
