Hay un Jaén que se levanta cada mañana con esperanza, con ganas de cambiar el mundo y que lucha con su esfuerzo por esta ciudad
Hay un Jaén cultural, de artistas que llevan media vida trabajando sin laureles, sin recompensas, hasta sin público en muchas ocasiones, que son una excepción a este Jaén inmovilista de barrigas agradecidas. Hay un Jaén que no se resigna a hacer lo que mejor sabe hacer, que se resiste a morir de aburrimiento y a acomodarse en la tertulia diaria del café envenenado y que, con algunos empresarios, llevan años luchando porque esta ciudad tenga la oportunidad de disfrutar de su arte. Algunas veces las administraciones acompañan y otras no, pero la actividad no solo no ha cesado en estos años de crisis, sino que se ha incrementado con apuestas no solo dignas, sino en algunos casos envidiables. Proliferan los locales que apuestan por la cultura en vivo en una ciudad que no está ni muerta ni dormida más que en los discursos zafios y simplistas de quienes no quieren ver lo que realmente sucede en Jaén. Es cierto que son muchos los que se han ido, pero son más los que se han quedado apostando por esta tierra, buscando el tiempo donde no lo hay. Músicos, actores, artistas plásticos o escritores sobreviven con gozo alimentando un Jaén que sonríe y le pone al mal tiempo buena cara, porque aman esta ciudad y sobre todo su trabajo. Hay un Jaén dichoso que se levanta cada mañana con ganas de hacer cambiar el mundo que les rodea.
