Su obra lo hace un artista, pero él se considera un trabajador. Su oficio: dibujante y pintor. Francisco Carrillo Rodríguez (Jaén, 1981) se dio cuenta de que quería dedicarse al arte de la pintura a los catorce años. El entusiasmo que experimentó al ganar un concurso con una acuarela sobre el Día de Andalucía en el colegio Hermanos Maristas fue el detonante para que se decidiera por cursar Bachillerato de Arte e ingresar en la Escuela de Arte José Nogué.
Echó los dientes en el estudio de su padre, el reconocido Francisco Carrillo, y fue allí donde empezó a formarse, sin presiones, y a madurar la técnica mientras continuaba su formación. Se decidió por la licenciatura de Bellas Artes, en Madrid, pero antes realizó un Ciclo Superior en Escultura. Se aseguró superar la carrera universitaria de forma brillante e incluso divirtiéndose.
“Sabes cuando comienzas a formarte, pero nunca cuando acabas”, reconoce el artista, que con 18 años se sintió por primera vez pintor. Fue cuando ganó el Concurso de Pintura de la Patrona de la Guardia Civil. Hasta el momento ha sido reconocido con casi 40 premios, la mayoría fuera de Jaén, pero también en su tierra.
Con una solvencia para dibujar casi innata y con sus estudios finalizados, volvió de Madrid a Jaén en 2008 y comenzó a vivir de las Bellas Artes. Ahora, aclara, la venta privada de pintura casi no existe, aunque los encargos le siguen llegando, especialmente los de retratos y paisajes.
Al volver a su ciudad experimentó etapas marcadas por las inseguridades y el miedo. Le atormentaba que todos le dijeran: “Mira, como tu padre”, asegurando que pertenecer a una familia en la que tu progenitor es un reconocido artista y que tu hermano también es pintor, es una realidad con la que hay que aprender a vivir.
Tras dos años de experimentación comienza a presentar obras a concursos (realismo y naturalismo), pues le permite conocer qué se hace en ciudades que mueven arte. “Me diferencia la forma de poner las cosas en pintura. Lo bello de la pintura es que todos pueden decir lo mismo, pero de forma diferente. Todo es verdad”, afirma.
A sus 35 años, desde 2014 dirige su propia academia en la capital (Academia de Arte Carrillo. Dibujo, pintura y grabado), compartiendo conocimientos con sus alumnos. La apertura vino motivada por su vocación docente y que entonces no había en la ciudad espacios de aprendizaje como el que él concibió. “Siempre me ha gustado enseñar lo que sé. En el arte no hay secretos”, reconoce un pintor en continuo proceso de reciclaje. “No descarto publicar un libro para explicar qué le ocurre al cerebro en sólo una hora, haciendo posible que la persona que no sabe pintar, pinte”, dice, a la vez que recuerda que “no por saber pintar, una persona es artista”. De hecho, él se considera un trabajador. “La palabra artista pesa mucho”, dice Carrillo Rodríguez, pero su pintura es arte.
Su Academia es hoy un espacio vivo en el que se promociona la cultura con exposiciones o presentaciones literarias. Y no es de extrañar siendo regentada por quien fundó la Asociación ‘Círculo Ánimas’. Siempre lleva en su muñeca la pulsera morada con la leyenda ‘Jaén. Catedral’, la que vendieron en 2013 para recaudar fondos para la limpieza de la fachada principal del templo. Y lo consiguieron y ahora trabaja por reactivar la Asociación.
Jaén se lo ha dado todo: el reconocimiento, el respeto y la diferenciación como pintor. “Las capitales son el primer escalón de tu carrera pictórica, pero pobre de aquel que se quiera quedar como un pintor local”, asegura, señalando que hay que mover las obras por la geografía nacional. Y en ello trabaja, desde Jaén, firmando pinturas con unos apellidos ya reconocidos fuera de la provincia y que hablan también de ésta a través de un rico legado artístico de un artista de la capital.
