Jerez

Medio siglo de vida y evolución

Las últimas tres décadas han cambiado por completo la fisonomía del González Hontoria e incluso la esencia de la fiesta

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  • El selfie ahora no puede faltar -

La Feria que hoy conocemos es un invento casi nuevo. Cierto es que antiguos legajos aluden a la celebración de ferias en Jerez, pero siempre de carácter más comercial que lúdico o festivo. Esta segunda vertiente ha ido ganando protagonismo con el paso del tiempo, acentuándose esa prevalencia de medio siglo a esta parte. 


Precisamente ahora se cumplen cincuenta años de la celebración de la primera Feria del Caballo como tal, una efeméride que ha sido pasada por alto y que bien podía haber sido aprovechada para defender esa capitalidad ecuestre que Jerez perdió en favor de otras ciudades que, a pesar de tener una menor tradición, sí apostaron por un sector de enorme potencial económico y turístico.
La Feria del Caballo nació como tal en 1967, siendo alcalde Miguel Primo de Rivera, en lo que fue precisamente un intento de crear una marca que hasta entonces no existía. Hasta entonces, Jerez celebraba la Feria de Mayo como Sevilla la de abril, limitándose esa denominación a ubicar la fiesta en el calendario.


En este medio siglo han pasado muchas cosas. Poco después de ese 1967 se acometería una primera urbanización del parque González Hontoria, pero sería más tarde, ya con Pedro Pacheco en la Alcaldía, cuando la Feria empezaría a asemejarse a lo que hoy conocemos.
En estos días se hablará mucho del albero, un elemento hoy imprescindible que apareció en el González Hontoria ya en el último tramo de la década de los ochenta, que es cuando el parque es objeto de su última gran reforma. Hasta entonces, los paseos principales estaban alquitranados y las casetas se asentaban sobre unos terrizos infames. Todavía estaba cercana la presencia de coches particulares en el Real, algo que hoy parecería un disparate. Esa reforma del González Hontoria implicó también el derribo progresivo de las casetas fijas, algunas de las cuales pervivieron hasta la década de los noventa. Únicamente quedaron en pie el templete que ahora ocupa González Byass y el municipal, que fue caseta del Casino Jerezano y posteriormente reubicado.

Hace ahora treinta años, el Ayuntamiento eliminó las casetas particulares, aquellas que hasta ese momento limitaban el derecho de admisión al socio. Y se cumplen por último quince años de la ampliación de la superficie de la Feria, que no había cruzado las vías del tren. Los metros cuadrados del Real se multiplicaron sin tener en cuenta que la población no había crecido en un porcentaje similar, como obviamente tampoco lo había hecho la cabaña ecuestre. En estos quince años -y salvo momentos concretos- ha sido imposible cubrir tamaña superficie.


La Feria que hoy conocemos es un invento casi nuevo, de apenas medio siglo. Ciencuenta años en los que han pasado muchas cosas...

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