Jerez

La Semana Santa también es un estado de ánimo

El buen tiempo pareció ‘caldear’ el ambiente en una brillante jornada de Lunes Santo

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El Señor de las Misericordias.

Nuestra Señora de La Candelaria.

Amor y Sacrificio.

A Jorge Valdano se le atribuye una frase que concluye que el fútbol “es un estado de ánimo”. Esa sentencia puede extrapolarse a otros muchos ámbitos de la vida y más aún cuando se trata de hablar de experiencias compartidas. La Semana Santa no constituye un algo individual, por mucho que se pueda salir a ver cofradías en solitario. Porque ocurre que las formas importan a veces casi tanto como el fondo. Y en el fondo de este Lunes Santo subyacía la abstracción temporal de una meteorología que ha marcado el ánimo de la ciudad durante semanas que han resultado interminables.

La primavera tal como se sueña y se dibuja acampó ayer en Jerez, quién sabe si para quedarse o no. De ese estado de ánimo positivo parecieron impregnarse las cinco cofradías que hicieron ayer estación de penitencia a la Catedral. En La Plata y La Constancia conceptos intangibles como la emoción o el sentimiento pudieron casi tocarse al filo de las cinco de la tarde, que fue cuando empezaron a salir a la calle La Candelaria -primero- y La Paz de Fátima -después-. Fue ésta la última cofradía en incorporarse a un Lunes Santo que el año que viene sumará al menos a una nueva corporación nazarena.

 


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El Señor de las Misericordias recorre las entrañas de La Plata con la cotidianidad con la que cualquier vecino del barrio afronta su día a día. En Fernando de la Cuadra, el nazareno de Paco Pinto es un vecino rodeado de soldados romanos y demás personajes secundarios de la Pasión. Le acompaña y acompasa la Agrupación Musical de la Sentencia. Domingo Gil es el capataz de su cuadrilla costalera. Detrás viene la Virgen de la Candelaria, que más que una madre parece esa hija que nunca acaba de crecer. Manolo Jaén es el capataz de un paso de palio que cuenta con el acompañamiento de la Banda Municipal de Música de Rota.

En La Constancia, el Señor de la Paz y la Virgen del Refugio son vecinos ya de segunda generación. Llegaron al barrio cuando ya se había hecho mayor, pero han terminado ganándose el cariño de su gente. El paso de misterio de la cofradía de la parroquia de Fátima estrenó el dorado de la trasera y el palio dos nuevas tandas de candeleros. Poco a poco y sobre los pies, la Hermandad de la Paz va labrándose un patrimonio cimentado en una ingeniería financiera que se sustenta básicamente en el trabajo de su gente.

 

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La sevillana Agrupación Musical Virgen de los Reyes -un lujo para la Semana Santa de Jerez- y la Banda Virgen de las Angustias de Sanlúcar la Mayor, acompañaron unos pasos al frente de cuyas cuadrillas de costaleros estuvieron Jesús Caro y Juan Antonio García Gorrión. El depositario de la historia de la histórica saga de capataces jerezanos se estrenó ayer al frente del palio de la Virgen del Refugio.

A las seis de la tarde partió de la Catedral la Hermandad del Santísimo Cristo de la Viga, en un contexto de intimidad que poco tendría que ver con el multitudinario de su recogida entre bengalas.

Asistir al silente caminar de este crucificado por el entorno del primer templo diocesano, buscando el centro por la plaza del Arroyo, el Barranco o la plaza Peones es como ver pasar ante uno la historia misma de Jerez. Detrás viene la Virgen del Socorro, que es copatrona de la ciudad y de cuyos milagros se conservan centenarias y evocadoras piedras en el Museo Arqueológico. Eduardo Salazar y Álvaro Barba son los capataces de ambos pasos. La Banda de Música Agripino Lozano, de San Fernando, acompaña a la Virgen del Socorro.

 

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Ese estado de ánimo que es la Semana Santa -como el fútbol, como tantas otras cosas- se reencontró con la primavera en el entorno de la iglesia de San Marcos, un escenario concebido casi a propósito para la tarde del Lunes Santo. Ha querido la naturaleza que el azahar empiece a perder su recato este año coincidiendo con la llegada de la Semana Santa. Despunta precisamente estos días la flor del naranjo, poco a poco, como si de una eterna chicotá se tratase. Como esa chicotá que libera de su anual clausura al Señor de la Cena al tiempo que el sol, las sombras y el humo del incienso componen efímeras formas que apenas pueden ser captadas por los objetivos de las cámaras fotográficas.

La Agrupación Musical de la Estrella, llegada un año más desde Dos Hermanas, completa la escena con pentagramas sonoros que parecen concebidos a propósito para remarcar uno de los momentos más hermosos de la Semana Santa jerezana. Bajo las andas que la Hermandad del Cachorro ofreció al crucificado de Triana coincidiendo con la exposición iberoamericana del 29, los hombres de Martín Gómez reivindican su papel en la evolución costalera que ha experimentado Jerez en el último cuarto de siglo.

La Hermandad de la Cena sufrió hace algo más de un año un robo en sus dependencias que le hizo perder algunos de sus enseres más queridos. Entre ellos, el juego de potencias y el cáliz con el que instaura la eucaristía la imagen de Ortega Bru. También, la histórica corona de Santa María de la Paz. El orfebre Antonio García Falla ha sido el encargado de reponer todas esas piezas. De ahí que la de ayer resultase una jornada gozosa para la cofradía. Y es que en ocasiones el estado de ánimo no depende sólo de que el sol brille más o menos, sino de otros muchos factores.

 

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Martín Gómez afrontó ayer el reto de hacerse cargo de las dos cuadrillas de costaleros de la Hermandad de la Cena, asumiendo también la responsabilidad de pasear por Jerez el paso de palio de Santa María de la Paz.

Capataz y cuadrilla única han sido el remedio que la cofradía ha puesto a los eternos problemas costaleros del segundo de sus pasos, que siempre parecía lastrado por el indudable tirón del misterio de la Cena. La Banda de Música del Nazareno de Rota fue la encargada de acompañar a Santa María de la Paz.

Mientras todo eso ocurría en la histórica collación de San Marcos se abrián también las puertas de la parroquia de Madre de Dios, allá en las Puertas del Sol.

La Hermandad del Amor y Sacrificio aporta a la Semana Santa de Jerez una dosis de sobriedad propia de siglos pasados, cuando la concepción estética de las cofradías apenas tenía peso en su puesta en escena.

 

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Ello no ha sido obstáculo para que la hermandad haya calado entre los jerezanos, incluso en lugares tan castizos como la Plazuela. La Virgen del Amor y Sacrificio mira hacia el cielo en busca de algo que parece no encontrar a ras de suelo, y obliga a mirarla a Ella. Un largo reguero de nazarenos negros, con capuz y soga de esparto anudada a la cintura, baja por la calle Sol en busca del centro.

Suena a viva voz el rezo del santo rosario, en una retahíla que evoca tiempos pasados pero que es asimismo presente. A las siete de la tarde el Lunes Santo al completo ya está en la calle.

Aún queda un rato de luz. La primavera quiere ganarle la batalla al invierno, pero todavía hace algo de fresco y la flor del naranjo parece dormida. El fútbol es un estado de ánimo, pero la Semana Santa también. La vida entera es un estado de ánimo. Jerez empieza a respirar la primavera, y eso siempre se nota...

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