La escritura perpetua

Poirot

La cinta arranca con bellas imágenes del Nilo y de las pirámides, con cierto perfil de película de aventuras, y añade tomas en vertical acompañadas de música

Publicado: 03/03/2022 ·
11:50
· Actualizado: 03/03/2022 · 11:50
  • Cartel de 'Muerte en el Nilo'.
Autor

Luis Eduardo Siles

Luis Eduardo Siles es periodista y escritor. Exdirector de informativos de Cadena Ser en Huelva y Odiel Información. Autor de 4 libros.

La escritura perpetua

Es un homenaje a la pasión por escribir. A través de temas culturales, cada artículo trata de formular una lectura de la vida y la política

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Hay un diálogo en ‘Muerte en el Nilo’, libro de Agatha Christie, frase que no aparece en la película dirigida y protagonizada por Kenneth Branagh, pero que marca toda la historia que se narra en la cinta. Es el que se da casi al final entre Rosalie Otterboune y Hércules Poirot: “El amor puede ser una cosa espantosa”. Y el detective belga responde: “Por eso la mayoría de las grandes historias de amor son tragedias”. Agatha Christie, sí, escribió en ‘Muerte en el Nilo’, una de las novelas más deslumbrantes de su amplísima y adictiva producción literaria, una tragedia shakesperiana. Kennet Branagh, que cimentó su carrera en versiones cinematográficas de Shakespeare, un consumado experto en el mayor poeta de todos los tiempos, hace en su sobresaliente, oscura y exuberante película ‘Muerte en el Nilo’, recientemente estrenada, una tragedia shakesperiana en la que los más inquietantes sentimientos del alma humana afloran bajo los luminosos y hermosísimos paisajes de Egipto. El libro de ‘La dama del crimen’ es perturbador y la película de Branagh conmueve y emociona. Hamlet lleva el bigote de Hércules Poirot. 

La cinta arranca con bellas imágenes del Nilo y de las pirámides, con cierto perfil de película de aventuras, y añade tomas en vertical acompañadas de música, un suspense muy al estilo de Alfred Hitchcock, pero pronto la historia deriva hacia una invisible pero cada vez más evidente descripción de los más desgarrados sentimientos humanos, de las pasiones incontrolables, de las pulsiones que conducen a una persona corriente a matar o morir. Poirot afirma en un momento de la novela: “Tengo miedo. Sí, yo, Hércules Poirot, tengo miedo…”

Kenneth Branagh recrea impecablemente la atmósfera del libro, respeta absolutamente la esencia, y recubre todo de una exquisita sensualidad que no llega a sexualidad, de primeros planos del rostro de los protagonistas llenos de expresión, actualiza algunas cosas, traslada rasgos de algún personaje a otro, pero Agatha Christie está permanentemente en el metraje. Hay diálogos construidos por los guionistas, alguno recogido de otros libros de la autora, y varios extraídos textualmente de ‘Muerte en el Nilo’. Como la descripción que Jackie formula a Linnet de su todavía novio: “Se llama Simon Doyle. Es alto, ancho de espaldas, increíblemente simplón y pueril, pero extraordinariamente adorable”. Y añadirá: “¡Me moriré, de eso estoy segura, si no me caso con él me moriré!”. Romeo y Julieta viajan a través del Nilo. Por eso Poirot sintió miedo.

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