La escritura perpetua

El figurón

Arturo Querejeta es un veterano de las tablas, con una manera sensacional de decir el verso y una fuente inagotable de registros dramáticos

Publicado: 25/03/2019 ·
12:59
· Actualizado: 25/03/2019 · 12:59
Autor

Luis Eduardo Siles

Luis Eduardo Siles es periodista y escritor. Exdirector de informativos de Cadena Ser en Huelva y Odiel Información. Autor de 4 libros.

La escritura perpetua

Es un homenaje a la pasión por escribir. A través de temas culturales, cada artículo trata de formular una lectura de la vida y la política

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Arturo Querejeta es un veterano de las tablas, con una manera sensacional de decir el verso y una fuente inagotable de registros dramáticos. Últimamente ha encarnado a un cruel, frío, temible y dolorido Ricardo III (Shakespeare); a un sosegado, tímido y reflexivo Azorín –en el monólogo ‘La Ruta de Don Quijote’-; y en ‘Entre bobos anda el juego’, la obra de Rojas Zorrilla que se acaba de estrenar en el Teatro de La Comedia de Madrid, encarna a un criado burlón, siempre dispuesto al guiño con las mujeres, y permanentemente sorprendido por la historia de amores y matrimonios de conveniencia en la que se halla inmerso. Eduardo Vasco, director de ‘Entre bobos…’, acentúa en el montaje el perfil canalla que él, un consumado experto en el Siglo de Oro, observa en la obra de Rojas Zorrilla. Los personajes de esta comedia “descacharrante”, como alguien la ha definido, desenvainan con facilidad la espada, o incluso esgrimen la navaja si es menester, el afilado metal siempre, como mejor forma de hacer entender sus argumentos. Rojas Zorrilla murió a los 40 años en un lance callejero, atravesado de lado a lado por una espada, y hay quien asegura que tan dramática a la vez que literaria muerte se debió a una venganza por unas letrillas satíricas que había escrito. Nunca se sabrá la dimensión que habría alcanzado la obra de Rojas Zorrilla de haber continuado escribiendo teatro. De todos modos, la comedia ‘Entre bobos anda el juego’, estrenada en 1645 en Madrid, se ha representado continuamente desde que fue escrita. La pieza plantea los enredos y equívocos que surgen ante el matrimonio de conveniencia del personaje que interpreta Isabel Rodas con Don Lucas del Cigarral, un figurón, un tipo rico –tiene 6.000 ducados-, y tan encantado de conocerse como necio, un personaje perfectamente extrapolable a los tiempos actuales, sobre todo al contexto de la política, como ha dicho Eduardo Vasco, pero para estas críticas, según su confesión, hay que resguardarse en obras del siglo áureo, porque si se formulan sobre alguien actual cabe el riesgo de terminar “enchironado”. Don Lucas del Cigarral, muy bien interpretado por José Ramón Iglesias, advertirá al padre de la joven: “El amor se acaba pronto, pero no la necesidad”. Y el padre tratará de reconducir la voluntad de su hija, enamorada de otro hombre, valiente pero sin un real, con esta reflexión: “Mas si Don Lucas es rico, ¿qué importa si es necio?”. Tan lejos, tan cerca. Y a Rojas Zorrilla lo terminaron atravesando con una espada, claro.   n

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