La escritura perpetua

Los Nadie

‘Barcelona contra la pared’, decíamos, es un espectáculo perturbador y con un fuerte vigor teatral. Una función eminentemente ideológica, teatro de tesis

Publicado: 15/01/2020 ·
19:38
· Actualizado: 15/01/2020 · 19:38
Autor

Luis Eduardo Siles

Luis Eduardo Siles es periodista y escritor. Exdirector de informativos de Cadena Ser en Huelva y Odiel Información. Autor de 4 libros.

La escritura perpetua

Es un homenaje a la pasión por escribir. A través de temas culturales, cada artículo trata de formular una lectura de la vida y la política

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En ‘Barcelona contra la pared’, de Lali Álvarez, la sala teatral se convierte en un bar de noche. Los espectadores entran. Suena una música suave. Algunos piden cerveza. Todos en pie. Entre el público están los tres actores. Al principio pasan inadvertidos. Alguien desde la barra invita a la fiesta, a la conversación, a la alegría. Y un joven -magnífico el actor David Teixidó- se arranca a describir las maravillas de Barcelona, ese mar intensamente azul que rodea la ciudad, su aparente fuerza cultural. Pero él tiene una historia que contar.   

Pertenece a ‘Los Nadie’, que son, en cualquier manifestación callejera, “los que valen menos que la bala que se dispara contra ellos”. Y cuenta. La Policía le dio el alto durante una movilización en 2006 -está reviviendo el caso real de Rodrigo Lanza-. En un principio, su único pensamiento consistió en que iba a pasar la primera noche de su vida en el calabozo de una Comisaría y sólo deseaba que todo transcurriera rápidamente. Pero, una vez allí, describe torturas escalofriantes. Lo acusaron de haber dejado tetrapléjico de una pedrada a un guardia urbano. Siete años de cárcel. Este (estupendo) espectáculo, que ha estado en el Teatro del Barrio de Madrid y ahora se halla de gira, es áspero, duro, oscuro, con sabor a cerveza amarga. Porque en medio del teatro/documento hay en la obra un espacio para lo poético, quizás porque la poesía se inyecta sola como contrapunto a una realidad fea, también en esa chica ataviada de negro que permanentemente ha estado subida a una mesa pegada a la pared con el rostro agónico. Ella no habla como los del bar, sino con un matiz poético, incluso lorquiano. Con frases de una hermosa textura léxica. Está en una celda de castigo. Ahí días y días. Muchos más de lo razonable. Muchos más de lo legal. Fue detenida en 2014 acusada de pertenecer a los Grupos Anarquistas Coordinados. “A nosotras nos acusó la Policía de anarquistas, como a otras las acusan ahora de independentistas”, afirma.

‘Barcelona contra la pared’, decíamos, es un espectáculo perturbador y con un fuerte vigor teatral. Una función eminentemente ideológica, teatro de tesis, con el que se puede estar de acuerdo o no, pero las ideas están expuestas con talento, respeto y arte. Es el aullido de las víctimas, los miserables del siglo XXI de Las Ramblas que nunca han leído a Víctor Hugo. O sí. Los que la sociedad ha desplazado al ámbito de ‘Los Nadie’. Que brindan con una lata de cerveza. O se abrazan a un desconocido para apaciguar su dolor.

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