Don Juan Carlos

Publicado: 15/07/2020
Autor

Luis Eduardo Siles

Luis Eduardo Siles es periodista y escritor. Exdirector de informativos de Cadena Ser en Huelva y Odiel Información. Autor de 4 libros.

La escritura perpetua

Es un homenaje a la pasión por escribir. A través de temas culturales, cada artículo trata de formular una lectura de la vida y la política

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Alfred Hitchock lo dijo una noche escoltado por un dry Martini en un bar de Hollywood: “Las rubias son más pecado"
En la noche interminable del “sesientencoño” -23 de febrero de 1981- Don Juan Carlos obtuvo el salvoconducto de los demócratas, la confianza general de la gente, e incluso Julio Anguita manifestó algunos años después en ‘El País’: “A mí este rey me gusta; me agradaría salir una noche de copas con el Borbón”. Se trataba, sí, de un monarca próximo, afable y campechano. Se ha remarcado mucho: campechano. Don Juan Carlos en velero en las regatas agosteñas de Mallorca, o con los esquíes en Baqueira Beret, o al frente de una Familia Real en apariencia responsable y prudente, alejada de los continuos desmayos de amor de Estefanía o de Carolina de Mónaco. Pero a principios de los 90 los periodistas de ‘Cambio 16’ debatieron si publicar o no -finalmente lo desecharon- una portada en la revista en la que se leyera: ‘Tabú I’. En referencia a la situación de inviolabilidad del Rey, el gran tabú, y la imposibilidad de publicar noticias con aristas sobre el monarca, cuando los rumores -sobre todo los referentes a alegres alcobas reales secretas- circulaban ya de un lado para otro. El peor enemigo de la monarquía empezaba a ser el propio rey.   

Alfred Hitchock lo dijo una noche escoltado por un dry Martini en un bar de Hollywood: “Las rubias son más pecado”. Y el papel couché recoge estos días que Corinna Larsen ha expresado sobre el supuesto regalo de 65 millones de euros que Don Juan Carlos le hizo en una cuenta bancaria de Suiza: “Lo ha hecho por amor”. Corinna se ha manifestado externamente como una mujer de una belleza deslumbrante, pero internamente como una persona sombría, muy turbia. Atracción fatal. La escritora Paula Cifuentes, autora de un libro, recién publicado, sobre la regente María Cristina, lo ha dicho: “Si la monarquía quiere persistir, no debe dar ningún titular”.

Ahora se investiga si ese dinero para Corinna procede de comisiones pagadas por empresarios españoles por la adjudicación del AVE a La Meca. Cuentan que al recibir esa cantidad Don Juan Carlos exclamó: “Dios mío, qué generosos han sido los saudíes, qué generosos”. Todas estas noticias sobre el rey y la siniestra fundación Lucun, más que indignación, que también, producen desmoralización. Un desencanto que es lo último que necesita la dolorida sociedad española en este tiempo de drama y urgencias. Con este escándalo no sufrirá la monarquía: sufrirá el sistema democrático.

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