El señor de Malú, que diría el siempre citado Francisco Umbral, acaba de publicar el libro ‘Un ciudadano libre: Albert Rivera’, en el que asegura: “Estuve a punto de tocar el cielo”. Es decir, de convertirse en presidente del Gobierno. Y responsabiliza, según las reseñas periodísticas, de muchos de sus males a Pedro Sánchez, que derribó a Rajoy con la moción de censura y privó a Rivera de La Moncloa. Sostiene Rivera que Sánchez es un político “capaz de cualquier cosa para lograr sus fines” y una persona que alienta “el guerracivilismo”. Así que, para el ex líder de Ciudadanos (Cs), Sánchez supone un peligro. Rivera se autodefine como “un liberal entre dos Españas”. Fundó en Cataluña a mediados de la pasada década un partido de centro, arropado por importantes intelectuales, con dirigentes de calado, algunos de los cuales abandonaron la formación con gran ruido mediático después de la reiterada negativa de Rivera a pactar con el PSOE tras las elecciones generales de abril de 2019, cuando los diputados de ambas formaciones sumaban mayoría absoluta en Las Cortes.
Rivera ha transmitido siempre la impresión de que tiene mayor capacidad estratégica que intuición política. Creó un partido de centro, pero el centro político no existe, ni siquiera cuenta con un marco teórico de referencia, como sí lo tiene la izquierda con el marxismo o la derecha con las teorías liberales, por ejemplo. Porque el centro necesita ideas que lo llenen. Felipe González viró al centro y transformó al PSOE de cuando entonces de un partido rojo a infrarrojo. Y Rajoy acuñó un liberalismo monetarista y de recortes, que disimuló con un discurso centrista. Aunque ya lo advirtió Alfonso Guerra respecto a los populares: “¿Pero de dónde viene esta gente que lleva tantos años viajando hacia el centro?”. Rivera ha iniciado una travesía por los distintos programas de entretenimiento, ahora que ya no sale en los telediarios, e incluso ha compartido cocina televisiva con Bertín Osborne, mientras Malú prepara una gira de conciertos con su música remorena. Y achaca el fracaso de Ciudadanos el 10-N a haberle levantado el veto al Partido Socialista. Rivera ha escrito un libro, sí, pero demuestra que nunca ha leído a Eduardo Haro Tecglen, que repetía: “La vida es un pacto”. Pero queda en Cs la inteligente y valiente mirada política de la jerezana Inés Arrimadas, que trabaja casi desde el subsuelo para reflotar el partido que hundió el hombre que quería tocar el cielo.