Ángel Gabilondo representa fielmente lo que Francisco Umbral denominó en los años 80 “los infrarrojos”, ese socialismo de la ‘bodeguiya’ que en realidad era socialfelipismo, el de ‘OTAN de entrada no’, de un rojo desteñido y soluble en Wall Street, que surgió en Suresnes y llega hasta Susana Díaz. Julio Anguita insistía entonces en que el PSOE y el PP eran lo mismo. Se parecían, sí, salvo en la epidermis. El bloque de izquierdas en Madrid tendría ahora mucho más músculo político ante el 4-M si no fuera por el psocialismo ensimismado y aburridísimo de Gabilondo. Durante los terribles días del confinamiento y con la pandemia en su momento más feroz permaneció desaparecido. Sólo se escuchó la voz de Mónica García. Gabilondo trata de disimular sus carencias políticas bajo el argumento de la moderación, pero ya lo ha advertido Cayetana Álvarez de Toledo: “Se ha demostrado que en estos momentos la moderación no es una virtud”.
Mónica García y Pablo Iglesias acaban de reclamar públicamente a Gabilondo que “aplique un poco más de mordiente” a su campaña. Pero un candidato, y lo saben, más que nadie, sus asesores, ha de presentarse ante los electores tal cual es, acaso con ligeros retoques de maquillaje, pero con su personalidad por delante. Y Gabilondo es, decíamos, infrarrojo, circunstancia esencial por la que no conecta con el rojerío madriles, que sí considera a Pedro Sánchez como un líder de izquierdas y comparte su discurso. Gabilondo, en el estrado, parece que trata de explicar un Kant al alcance de todos. El candidato del PSOE, no por estrategia política sino por convicción, comenzó la campaña diciendo “con este Iglesias no”, en busca de los votantes desencantados de Ciudadanos, pero terminó en el debate de Telemadrid con la famosa frase de “Pablo, tenemos 12 días para ganar las elecciones”, que sonó forzada y a contradicción, porque, insistimos, lo que Gabilondo buscaba en principio con ahínco y en base a sus propias ideas era el voto de centro.
El bloque de izquierdas se enfrenta en Madrid a Isabel Díaz Ayuso (PP), un inexplicable fenómeno político. Ayuso se ha convertido en una especie de estrella castiza del rock and roll. Y Gabilondo arrancó con propuestas semejantes a las que argumenta insistentemente esta candidata. Hasta el punto de que el escritor Andrés Trapiello manifestó: “Gabilondo aplica el sentido común de no subir impuestos o abrir los bares. Básicamente, lo que le queda a él es votar por Ayuso”. Es decir, la época de los psocialistas infrarrojos ha terminado. En Madrid y, sobre todo, en Andalucía.