Un equipo de fútbol no cumple años: tiene siempre la misma edad. El hincha pasa de la niñez a la juventud, de la madurez a la vejez, atraviesa todas las etapas de la vida, pero su equipo ahí sigue, joven, oxigenado, vigoroso, ajeno al transcurrir del tiempo, el hincha ha pasado de los 10 a los 60 años, pero su equipo persigue con la misma fiereza el balón, la rapidez del sprint de los delanteros es la misma y sobre el césped todos se emplean con la fuerza de la juventud. El fútbol gira, entre otros, sobre ese eje indefinible: la eterna juventud. Cambian los futbolistas y se renuevan las plantillas, claro, pero el corazón del hincha se alimenta de unos colores, de un escudo, de un himno, y a los futbolistas que llegan se les suele querer tanto como a los que se van, porque el objetivo reside siempre en la victoria, en ganar, ganar, y volver a ganar, como insistía Luis Aragonés, ‘El Sabio de Hortaleza’, de modo que el equipo se ha parado en el tiempo, en su eterna juventud, mientras el hincha perdió a su abuelo, que lo acompañaba en la grada de niño, a su padre, y ahora hay un nieto al que explicarle las reglas y comprarle golosinas para entretenerlo, como en su día hizo el hincha con su hijo, pero el quipo sigue ahí, joven, tal cual, porque el hincha celebra con idéntica emoción el gol de Gárate que dio al Atlético la Copa de 1976, como el tanto de Luis Suárez a Osasuna, que permite a los rojiblancos seguir siendo el principal candidato al título de Liga de 2021. El fútbol se ha entregado a las nuevas tecnologías, el Marcador Simultáneo Dardo desapareció de los estadios hace lustros, pero el fútbol continúa haciendo ejercicios para equilibristas sobre la misma esencia con la que se fundó: la emoción. El fútbol es una ficción, pero provoca emociones auténticas, una alegría o un dolor inmensos, absurdamente inmensos, el fútbol es prescindible, no cambia la vida, pero está arraigado al sentimiento más hondo de los hinchas, a un amor indefinible y perdurable: el hincha se hace de un equipo y lo seguirá siempre.
Las características de cada equipo se parecen a lo largo de los años. El Atlético ha vinculado su historia al sufrimiento. Y todo esto lo pensaba yo justo al terminar el Atleti-Osasuna del domingo. Qué manera de sufrir, sí, maestro Sabina. Y a la espera de que el próximo fin de semana el Atlético se proclame campeón de Liga. Y yo pueda celebrarlo con Gárate, Luis, Adelardo y Ufarte, que ahora tienen mágicamente el rostro de Koke, Saúl, Oblak y Correa.