My blueberry nights ( publicado en julio 2008)

Publicado: 17/10/2008
My blueberry nights es la esperada próxima película del cineasta Wong Kar Wai (Shanghai, 1958). Presentada fuera de concurso en el pasado festival de Cannes, en el que su director ejerció de presidente, la cinta lleva aguardando fecha de estreno en nuestro país desde la pasada primavera, momento en el que comenzó a distribuirse el trailer promocional en las salas españolas. Por el momento, lo único que se sabe es que deberá esperar al final del verano, aunque a esas alturas puede que se haya quedado sin la mitad de sus espectadores potenciales: el que ha podido ya la ha visto en el extranjero, o ha pedido el dvd a Estados Unidos o, simplemente, se la ha descargado de internet. Unas circunstancias algo incomprensibles si se tiene en cuenta que estamos hablando de uno de los realizadores asiáticos -junto con Ang Lee y Wayne Wang- más conocidos dentro y fuera de los circuitos exclusivos, y cuyos trabajos más recientes, Deseando amar y 2046, han disfrutado de una notable repercusión pública. Puestos a buscar excusas podemos citar varias: el interés de la distribuidora en España por fomentar la expectación; el deseo de aguardar al otoño, momento en que suelen darse cita en la cartelera los estrenos más respetados de la temporada; o, simplemente, poner tierra de por medio entre las tibias críticas recibidas por el filme en Cannes y el recuerdo de los espectadores para que los resultados en taquilla sean más satisfactorios. Es, en cualquier caso, la primera película que el director honkonés rueda en inglés y la primera con un reparto plagado de estrellas internacionales: pónganle los reparos que quieran, hasta el capricho de darle los papeles protagonistas a una cantante sin antecedentes de interpretación, Norah Jones, y a un británico que lleva años sin congraciarse con la crítica, Jude Law, pero My blueberry nights tiene el sello de su autor, se crece desde su mirada, se reivindica desde su lógica emocional, y aunque no llegue a la trascendencia y sensibilidad con que nos contagió en anteriores trabajos, su estilo es una invitación a vincularnos, de una forma u otra, con los personajes y con el desarrollo de esta especie de relato circular, trasunto de road movie, en torno a la figura de una joven que decide huir de Nueva York, sin rumbo fijo, tras haber roto con su novio, y pese a haber entablado una cariñosa amistad con el dueño de un bar de la ciudad. Desde los primeros planos del filme, Wong Kar Wai subraya su condición de vouyeur y nos invita a inmiscuirnos en la vida de esta chica triste a la que aún quedan fuerzas para reivindicarse, aunque sólo encuentre consuelo a altas horas de la noche ante la barra de un bar y compartiendo tarta de arándanos con el dueño del local -de ahí el título de la función-. Lo curioso de la narración es que, una vez iniciado el viaje hasta otras zonas del país, el director convierte en vouyeur a la propia protagonista -detrás de alguna cortinilla, de un mostrador, observando a los nuevos personajes que se cruzan en su vida, mientras se plantea las opciones que le quedan por delante a nivel personal-, y acrecienta esa obsesión del ser humano por conocer y compartir las miserias y alegrías de otros desconocidos. El problema aparece cuando esas historias perpendiculares carecen de la suficiente fuerza, o se demoran o no terminan de consolidarse, pese a contar con la ventaja de la fácil identificación del espectador con las estrellas que encarnan a estos nuevos personajes -Rachel Weisz, Natalie Portman, David Strathairn, principalmente-. Un aspecto que nos permite sacar a colación el nombre del colaborador con el que el director ha contado en esta ocasión para elaborar el guión, Lawrence Block, un veterano autor de novelas policíacas de gran tirada en Estados Unidos pero en el que encontramos pocas afinidades con el realizador de Happy together, salvo el hecho de que pueda conocer mejor que éste la fauna que puebla los bares y locales de cierta América profunda que sirven de escenario a la acción. No ocurre lo mismo con la banda sonora, de nuevo una exquisita colección de melodías presididas por la mano maestra de Ry Cooder, y entre las que encontramos temas de la propia Norah Jones, Ottis Redding, Amos Lee, un sensacional tema argentino del compositor Gustavo Santaolalla, una nueva versión -con harmónica- del clásico Yumeji´s theme y, como leit motiv para la protagonista un tema de Cat Power, el grupo de Chan Marshall, a la que, por cierto, reservan un pequeño papel -la ex novia rusa de Jude Law- en el filme, de manera que no sea Norah Jones la única en estrenarse ante tremendo reto.

Con respecto a este último apunte, llama la atención que Kar Wai se haya decantado por Norah Jones como protagonista -puede presumir, como Almodóvar, de tener una lista de peticiones para trabajar con él en sus próximas cinco películas-. Tal vez no responda en todo momento, pero esa apariencia frágil y delicada con la que se presentó en sociedad desde su primer álbum se ajustan a la perfección al personaje, y para ello está adecuadamente retratada en cada momento -sólo le falta el piano para que si Jude Law no se lanza, lo haga cualquiera de nosotros-.

Esperamos poder dar fecha del estreno próximamente; mientras tanto son libres de buscar la forma y la fórmula para disfrutar o vencer a la curiosidad.

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