Cartelera en apuros…
Solo ante el peligro, Los Cañones de Navarone, Monsieur Verdoux, Mogambo, Las nieves del Kilimanjaro, La vuelta al mundo en 80 días, Ser o no ser, El árbol del ahorcado, West side story, Con faldas y a lo loco, Espartaco, Los héroes del Telemark, Lo que el viento se llevó… son algunas de las películas que tuve la oportunidad de ver en el cine siendo niño a lo largo de varios veranos. En algunos casos se trataba de reestrenos de películas censuradas durante la dictadura o nunca exhibidas hasta ese momento, pero, habitualmente, se debía a la recuperación de películas con unos veinte o treinta años de antigüedad, de gran éxito en su momento, y que volvían a disfrutar de una segunda juventud ante la ausencia de estrenos preferentes durante los meses de julio y agosto. La aparición del vídeo, la posterior comercialización de muchas de esas películas para consumo doméstico y las nuevas tendencias del mercado pusieron fin a aquellas envidiables oportunidades de poder disfrutar de grandes clásicos sobre pantalla grande. Afortunadamente, en la actualidad, y gracias al buen uso de fondos públicos, hay instituciones dedicadas a rescatar durante el verano algunas de las obras maestras de la historia del cine mediante ciclos en espacios abiertos que, por otro lado, fomentan el perdido encanto de los cines de verano. La Diptuación de Cádiz, que viene desarrollando este tipo de experiencias desde hace un par de años, ha dedicado la edición de este 2008 a Francis Ford Coppola, con la proyección de la trilogía de El Padrino, La conversación, Apocalipsis Now y Drácula. Sin duda, todo un lujo. La cosa no queda ahí; la misma ciudad, Cádiz, albergará en los próximos días proyecciones al aire libre de varias películas de la época del cine mudo acompañadas de música en directo. Entre los títulos hay dos piezas imprescindibles: el Napoleón de Abel Gance, y el Nosferatu de Murnau. Hace ya algunos años, dentro de los ciclos de Música de Cine de Sevilla, tuve la oportunidad de asistir a la proyección de Nosferatu, con el acompañamiento musical en directo de la orquesta dirigida por el maestro Jordi Savall, excepcional intérprete de la viola de gamba y gran estudioso de la música antigua y barroca, que participó de manera prodigiosa en este experimento.
La experiencia es más que gratificante, y aunque no llegara a serlo, merece la pena por el mero hecho de disfrutar de la experiencia por sí misma. Es más, en el caso de la película de Murnau, la proyección merecería la pena incluso sin acompañamiento musical, sólo por el hecho de gozar de nuevo sobre una pantalla con esta enigmática y sobrecogedora adaptación del Drácula de Stoker que, a día de hoy, sigue rodeada de un gran misterio que ya sirvió de inspiración a una película, La sombra del vampiro, en la que se asumía la posibilidad de que el protagonista, Max Schreck, fuese en realidad un vampiro auténtico, por sus descomunales rasgos y la terrorífica composición que hizo de su personaje.
Todo esto viene a colación, o como consecuencia, de lo que viene siendo la peligrosa tendencia adquirida por la cartelera de estreno durante los últimos veranos, un temible presagio del destino que pueden llegar a tener la mayoría de multicines con el paso del tiempo, destinados exclusivamente a grandes y artificiales superproducciones cinematográficas, compaginadas con otras proyecciones alternativas: grandes espectáculos en directo, retransmisiones deportivas, cine imax y en 3D… como únicas opciones válidas para afrontar la pérdida de espectadores en las salas. Cartelera en la que sólo hay cabida para los títulos taquilleros que se van sucediendo durante toda la temporada, salpicados por los ocasionales productos de saldo que encuentran salida a lo largo del periodo estival y entre los que podremos encontrar algunas de las escasas sorpresas agradables de los meses de calor -yo todavía no las he encontrado este año, aunque me hablan muy bien de Escondidos en Brujas-. Hasta la fecha ya han copado su cuota de protagonismo El príncipe Caspian, Hancock y X Files. Esta semana le toca el turno a La Momia, la próxima a Wall-E y, a continuación, a El caballero oscuro y Mamma mía!. A la espera de que la nueva producción Pixar y el renacido Batman cumplan con las gratificantes expectativas, el resto deja un balance algo calamitoso, y como muestra, dos botones: Hancock y X Files. De la primera sólo se salvan sus quince minutos iniciales; la segunda puede que no complazca ni a sus más fieles seguidores -como escribían en El País, su argumento parece sacado de algún capítulo televisivo descartado-. El caso de Hancock es más grave: igual que al soldado el valor se le presupone, a una película de estas características se le exige, cuando menos, el entretenimiento, y el proyecto no para de hacer aguas a medida que pasan los minutos a causa de un lamentable guión que pierde la oportunidad de explotar lo verdaderamente importante de la película: las peripecias de un superhéroe vago, borracho, malhumorado y grosero que ocasiona más daños que alivios a su ciudad cuando hace frente a los malos. No sé si sus guionistas -o los de otras películas parecidas del momento- participaron en la reciente y famosa huelga; de lo que no cabe duda es que no están para trabajar, o tienen en muy baja estima la inteligencia del espectador medio o, finalmente, va a ser cierto que los buenos guionistas ya sólo trabajan para televisión. Yo lo lamento, especialmente, no por los espectadores, ni por los guionistas, sino por sus estrellas principales, Will Smith y Charlize Theron; ya sé que los dos han hecho más de un fiasco y de dos durante su carrera, pero cuando han tenido que arriesgar y reivindicar su talento lo han logrado merecidamente, y en esta ocasión no han hecho más que quedar en evidencia ante el despropósito argumental del filme.
… y estrellas en apuros
La elección de películas por parte de determinadas estrellas, por cierto, se está convirtiendo en tema de debate entre la crítica norteamericana, que ha terminado por no perdonar a figuras de la talla de Al Pacino o Robert de Niro por participar en algunos de los más sonados fiascos de las últimas temporadas bajo la única excusa de hacer caja. A De Niro, por ejemplo, lo hemos visto en productos tan insólitos -por su escaso interés- como El enviado, El escondite o Stardust, mientras que Al Pacino hizo lo propio en Apostando al límite y en 88 minutos -posiblemente, el peor thriller de suspense estrenado esta temporada-. Otras estrellas, caso de Kevin Costner, tampoco escapan de la quema: basta recordar su infumable Mr Brooks para comprender por qué -película que, además, contaba con la presencia de Demi Moore-. Richard Gere, en El caso Wells, Keanu Reeves y Forest Whitaker en Dueños de la calle, Hillary Swank en La cosecha, Sharon Stone en Instinto Básico 2… son otras muestras escogidas al azar para ilustrar el panorama.