Resaca olímpica
La parafernalia que rodea a la celebración de unos juegos olímpicos abarca mucho más allá del ámbito deportivo; basta con apreciar las dimensiones alcanzadas por las jornadas inaugurales para comprobar hasta qué punto las ciudades y países organizadores han sucumbido al empeño de darlo todo en favor del espectáculo bajo el lema tan americano del that´s entertainment. De hecho, si hay que señalar un punto de referencia obligado en este proceso es inevitable aludir a Los Angeles, que albergó los Juegos en aquel memorable 1984 -las circunstancias sociales, políticas, tecnológicas… también contribuyeron a que pueda ser así-. Aquel año, la organización editó el disco oficial de los Olimpic Games; desconozco si lo había hecho con anterioridad, pero sí sé que se ha convertido en norma desde entonces. Como cabe esperar, fue un trabajo excepcional, plagado de encargos a reconocidos compositores, muchos de ellos pertenecientes al mundo del cine, entre los que se encontraba John Williams, al que encomendaron la Fanfarria Oficial. Aquel disco, pero sobre todo aquel tema, sirvió para cubrir las sintonías de numerosos programas radiofónicos deportivos en emisoras de distinto ámbito -puedo dar fe de ello- y se convirtió en referencia obligada para creaciones posteriores. Aprovechando la cita de Pekín he tenido la oportunidad de rescatar aquella composición de John Williams, una fanfarria de un considerable grado cinematográfico -hay momentos en los que parece recrearse en fragmentos de sus más célebres bandas sonoras (desde Star Wars a En busca del arca perdida)- que define el estilo de un periodo creativo concreto, pero que también avanza las claves de una de sus futuras composiciones, la realizada en 1989 para Nacido el 4 de julio. Y si bien todo transcurrió en el periodo de su encasillamiento como compositor, tampoco hay que olvidar que Williams ha sabido reinventarse a sí mismo en esta última década, de la mano, eso sí, siempre, de Steven Spielberg, para el que ha creado bandas sonoras excepcionales como las de Atrápame si puedes o Munich.
Cinismo sin cortes
Canal Sur TV nos ofrece semanalmente un espacio cinematográfico bajo el título de Supercine sin cortes. Lo de “supercine” se refiere a que se trata de las películas más novedosas y destacadas de su catálogo de emisión, y lo de “sin cortes” a que se emiten sin pausas publicitarias. A lo de “supercine” se le pueden poner sus pegas, aunque entendemos que el superlativo alude a las expectativas entre los telespectadores y no al calificativo crítico recibido por la película en su momento. Lo de “sin cortes” es toda una gentileza, cortesía de la casa, que cualquier sufrido televidente no puede agradecer al resto de cadenas que emiten en abierto. Sin embargo, que la película se emita “sin cortes” publicitarios, no quiere decir que se emita “sin cortes”, los que le pegan a todas las películas de formato panorámico que emiten en full screen (pantalla completa). EL ejemplo que les adjunto les ayudará a comprender y entender de qué les hablo. Las películas rodadas en formato panorámico -al que antiguamente llamábamos como Cinemascope o Panavisión- necesitan reproducirse en televisión con las franjas negras por arriba y por debajo para dar cabida en la pantalla cuadrada cada imagen retratada en el celuloide y evitar que se pierdan los extremos de cada plano. Esta opción, que han terminado por asumir la mayoría de canales, sigue obviada por Canal Sur, que suele emitir las versiones de películas de formato panorámico completamente desmembradas. Puede que a algunos de ustedes les parezca una estupidez o que el asunto carezca de la oportuna importancia; a todos les recomiendo que vean Cineastas contra magnates, de Carlos Benpar, un ensayo cinematográfico (documental) en el que defiende los derechos morales de los directores de cine frente a las manipulaciones que padecen sus películas desde que están terminadas hasta que llegan al mercado audiovisual -memorable la recreación de un suceso acontecido en la corte de Felipe II, cuando éste ordenó cortar un Tiziano por los dos lados porque no cabía en la pared de un salón de El Escorial, que sirve de ejemplo para explicar lo ocurrido hoy en día con muchas películas, estén o no a la altura de un Tiziano-. Sidney Pollack, por ejemplo, estuvo décadas sin rodar en panavisión para evitar que sus películas fuesen destrozadas en los pases de televisión o en las ediciones en vídeo; es más, Memorias de Africa no se rodó en formato panorámico -habría sido lo ideal- por este motivo.
El caso es que Canal Sur va a emitir en su Supercine Sin Cortes Batman Begins (apoyada en una incensante promoción diaria): La película está realizada en formato panorámico y las promos incluyen las secuencias en formato full screen. Lo dicho, super cine, sin cortes publicitarios, pero con media película inédita, como si a las páginas de una novela les borrásemos varias líneas por arriba o por abajo. O al que programa el cine en Canal Sur no le gusta el cine, o sufre en silencio -como con hemorroides- los desmanes de las copias que le suministran.