Lo que queda del día

'Criando malvas', una nueva sensación televisiva muy cinematográfica

El nombre de su productor, Barry Sonnenfeld, es su mejor tarjeta de presentación. Este colorista, romántico y policíaco cuento de hadas vuelve a poner de manifiesto las posibilidades por explotar del medio televisivo bajo la influencia del mundo del cine

Pushing daisies, o como la conocemos en España, Criando malvas, ha sido la sensación norteamericana dentro de los estrenos televisivos de la última temporada. Canal  + ha adquirido sus derechos de emisión en nuestro país y  ya ha programado los seis primeros episodios. Gracias al éxito y calidad de las series producidas por la HBO, caso de Los Soprano, Sexo en Nueva York o Deadwood, la competencia se ha puesto manos a la obra y, por ahora, ha logrado mantener el nivel con sugerentes aciertos, y, siempre, con la pretensión de abarcar a un público mucho más amplio. Mujeres desesperadas es uno de los más firmes representantes de esta tendencia alternativa, y Criando malvas ha seguido su estela. Criterios artísticos y tendencias populares a un lado, de lo que no cabe duda es de que gracias a estas series la pequeña pantalla ha recuperado cierto estatus de dignidad en el terreno del entretenimiento, bajo la influencia, eso sí, de inspiraciones muy cinematográficas; es más, no vamos a negarlo, muchas de estas series están muy por encima del nivel de la mayoría de estrenos que se suceden cada semana en el cine.


El alto nivel presupuestario, unos repartos, si no estelares, muy respetados y atractivos para el público en general, unas historias poco habituales en el terreno de la ficción televisiva y, en general, un tono atrevido y adulto, han generado unas muy altas expectativas de cara al ámbito doméstico que las diferentes apuestas de las grandes cadenas están correspondiendo. El caso de Criando malvas es uno de los más recientes. La serie cuenta con la tarjeta de presentación de Barry Sonnenfeld, productor ejecutivo de la serie, reputado director de fotografía de Hollywood y responsable de títulos tan conocidos como La familia Addams o Cómo conquistar Hollywood, en los que dejó patente su predilección por el humor negro, la fantasía y determinados conceptos escénicos, todos ellos presentes en una serie que, por otro lado, cuenta con la dirección de Bryan Fuller, creador de Muertos como yo.

Concebida como un cuento de hadas, a medio camino entre la comedia fantástica y los relatos detectivescos, la serie se centra en el peculiar caso de un joven pastelero (Lee Pace) que posee un singular don desde la infancia: puede resucitar a los muertos con posar el dedo índice sobre sus cuerpos, aunque un segundo toque los devuelve a la tumba. Un detective de segunda descubre su habilidad y crea con él una sociedad para descubrir a los autores de cualquier asesinato, ya que sólo tienen que preguntar al muerto y después acudir a cobrar la recompensa. Sin embargo, todo se enreda cuando un día resucita a quien era su novia de la infancia (no pierdan de vista a Anna Friel), a la que se niega a devolver entre los muertos, aunque ello suponga que no pueda volver a besarla ni abrazarla nunca más.

Un estimable sentido del humor, la intriga de los clásicos whodunnit?, un atractivo componente romántico -aquí potenciado por el hecho de que los amantes ni siquiera pueden rozarse- y la colorista y fantasiosa puesta en escena -a veces muy próxima al Big fish de Tim Burton-, convierten a esta serie en una de las atracciones más frescas, amenas y sorprendentes de esta nueva temporada. Una pena que, por ahora, sólo puedan disfrutarla abiertamente los abonados a Digital +.

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