La incómoda desnudez sobre las tablas de un teatro

Publicado: 24/11/2008
Por tercera vez asisto al abandono de las butacas de un teatro porque en escena una de las protagonistas muestra sus pechos desnudos
No puedo presumir de haber asistido a todas las representaciones del Teatro Villamarta de Jerez desde su reinauguración, ni de poder descifrar los perfiles de los espectadores que acuden a uno u otro espectáculo, pero sí hay algo que llevo contabilizado de todas las ocasiones en que he ocupado alguna de sus butacas: las obras en las que algunos espectadores han abandonado la función.




Lo curioso es que en los tres casos fue en señal de desaprobación hacia la puesta en escena, y no a causa del desinterés de la obra en cuestión; una desaprobación originada por la inclusión de desnudos o escenas de sexo en el desarrollo de la narración.

La primera vez que lo aprecié fue hace ya algunos años con motivo de la representación de ‘La habitación azul’. La obra, basada en un texto de Arthur Snichtzler -recuperado autor por aquellas fechas gracias a Stanley Kubrick y su ‘Eyes wide shut’-, estaba interpretada por José Coronado y Amparo Larrañaga, y en uno de sus episodios incluía una escena de cama entre la pareja protagonista. Aquellos dos cuerpos desnudos bajo las sábanas que lo ocultaban todo incomodaron a varios espectadores; algunos dejaron el patio de butacas, otros aguardaron al final para despotricar contra los actores por “prestarse” a una obra de este tipo.

La segunda ocasión fue hace un par de temporadas con motivo del estreno de ‘Salomé’, la obra de Oscar Wilde interpretada por María Adánez y Millán Salcedo. De la continua y completa desnudez de la joven protagonista durante buena parte de la obra dieron debida cuenta los medios gráficos en su día.

La tercera ocasión tuvo lugar este pasado sábado y de nuevo con María Adánez como actriz principal: su desnudo y posterior violación a cargo del protagonista masculino fueron demasiado para los ojos de algún que otro espectador que, suponemos, tampoco esperaba algo así de una chica tan simpática como la que estaban acostumbrados a ver en televisión. Es el eterno problema de idealizar a determinados personajes con los que nos hemos familiarizado a través de la pequeña pantalla, aunque eso ya es otra historia que abordaremos en una futura ocasión.

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