Si más que tácticas, estrategias, preparación, planes, talento o suerte, el fútbol es un estado de ánimo, la política no le va a la zaga en muchos escenarios. Sólo hay que ver cómo ha cambiado el biorritmo del PSOE andaluz en menos de una semana: ha pasado de ser un enfermo lisiado y con el alma perdida a un atleta con brío y entusiasmo por querer disputar ya una carrera electoral. Incluso en un alarde de entusiasmo,algunos dirigentes de peso han acuñado ya el eslogan con el que sugieren a la inminente nueva líder de los socialistas andaluces que convoque en nombre de lo común a la militancia primero y luego al electorado progresista: la ‘remontero’, la remontada de Montero.
La verdad es que, a día de hoy, casi suena a ciencia ficción pensar en un vuelco electoral en Andalucía cuando el presidente Moreno sigue surfeando sobre mayorías holgadas en todas las encuestas sin que le pasen factura su errática gestión sanitaria o en la dependencia, con las listas de espera más altas del país en ambos pilares del Estado del Bienestar, o algunos datos económicos, como la pobreza o la renta per capita, que ensombrecen el mensaje del cambio en nuestra comunidad que repiten sin cesar la Junta y el PP.
Sin embargo, existe el convencimiento en los cuadros y en las bases socialistas de que ahora sí hay una lideresa potente que será capaz de unir al partido que no hace mucho fue la mejor maquinaria electoral del país. Consciente de ello, los numerosos mensajes conciliadores y motivadores de Montero invocando a la unidad y la autoestima de una formación que dejó caer los brazos hace tiempo. Sólo así cree que podrá ilusionar a un electorado de izquierdas que lleva desde hace 6 años huérfano de un cartel electoral de enjundia que le compita el Gobierno andaluz al Partido Popular.
Una prueba evidente de que algo se ha movido ha sido la reacción desmedida de la Junta y el PP contra Montero incluso antes de presentar su candidatura. Si bien Juan Manuel Moreno ha confesado su respeto al proceso interno de otro partido político –alardeando de su imagen de moderación (educación que esconde su radicalismo de derechas, según Montero)-, ni sus consejeros del Gobierno ni dirigentes de las direcciones del PP nacional y andaluz se han cortado un milímetro para atacar a la vicepresidenta del Gobierno por la vuelta a casa. No sé si Moreno tendrá miedo o estará nervioso, como afirmó la nueva líder socialista, pero está claro que ya no está tan tranquilo como en los últimos años.
