Luz frente a las sombras

Publicado: 05/12/2017
Esta “Linterna” con la que Villalba alumbra sus nuevos textos se adivina como una forma comprender más y mejor lo vivido
En su libro “Die Schatten”, el escritor suizo GuidoGrappel dejó anotado: “Mi luz es una culpa sin destino,/ la mansa soledad/ de quien no espera más/ que el sólito reverso de las sombras”. Un año después de escribir aquellos versos, Grappel moría ahogado en el Lago Neuchâtel.
Y traigo a colación al escritor de Berna, tras la grata lectura de “Linterna” (Pre-Textos. Valencia, 2017) de Juan Manuel Villalba. Este madrileño afincado en Málaga dio a la luz su primer poemario en 1984, “Húmeda húmeda alcoba”; a éste, le seguirían, “Fondo” (1992), “Todo lo contrario” (1997) e “Indignación” (2002).

     Esta “Linterna” con la que Villalba alumbra sus nuevos textos se adivina como una forma comprender más y mejor lo vivido, de hacer entender desde la tinta y el papel cuánto queda del pasado en el presente.
No es sencillo, en ocasiones, asomarse por los túneles del tiempo y evocar de manera redentora episodios oscuros, escenas tristes de infancia o juventud, momentos amargos que impuso la edad. Sin embargo, ese proceso de confesional introspección conlleva, a su vez, el poder liberar de modo balsámico un sinfín de emociones, miedos, desafectos, pasiones… que acompañaron-¿acompañan?- al yo poético.

      Juan Manuel Villalba ha apostado, pues, por ajustar cuentas con su pretérito ydesnuda luces y sombras en estos veintiocho poemas que integran el volumen. El que sirve de pórtico, reza así: “Ya puedes olvidar tu vida. / Asume que carece de interés literario / incluso para ti, aunque te duela. / Aparta las canciones ya cantadas, / no intentes descubrir lo descubierto / fingiendo ser el único, el que llegó primero./ Olvida ya el amor, no es nada nuevo./ Incéndialo en secreto, sin testigos,/ que nada quede escrito, que nadie sepa nada (…)Fulmina los aplausos que tanto necesitas. / Si quieres ser palabra, no oigas, enmudece. / Deja la pirotecnia para la infantería. / Y ahora, con las manos vacías y con frío, / atrévete a sentarte y cuenta la verdad”.

Dividido en dos apartados, “Retrato del poeta adolescente” e “Hijos de suicidas”, el libro se sostiene sobre una sólida dicción y una hondura meditativaque pretende clarificar el vulnerable ayer y el futuro cercano de su ser. La intención comunicativa del poeta afianza su verosimilitud a través de una semántica caladora. Desde su personal universo lucha contra el desamparo, contra la soledad y en su íntima conciencia va creciendo un deseo de mudanza que no concluya en ficción o sueño. Aprehender la realidad, abrazar la certidumbre, se alzan, en suma, como unánime aspiración: “Detrás de la escombrera de los versos nonatos/ miras un horizonte de tersura impecable/ que a su vez te contempla desde su lejanía/ y te nombra horizonte sin que puedas saberlo./ Éste, que soy yo aunque eres tú, puede dar fe/ del insomnio continuo y el cavar con las manos/ en la charca y la fuente donde se hunde el poema/ cada mañana oscura y cada noche encendida”.

En su coda, “El mañana”, Juan Manuel Villalba augura un porvenir distinto, tal vez más puro, construido desde el aprendizaje vital: “No hay nada ahí adelante./ El mañana, vacío y aún sin nombre,/ confisca cada resto de la vida/ y espera su salida al escenario”.
Un escenario, al cabo, por el que desfilan firmes estos poemas, que batallanen su dignidad contra la vanidad y la soberbia.

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