El sencillo vivir entre las cosas

Publicado: 02/04/2018
Autor

Jorge de Arco

Escritor, profesor universitario y crítico. Académico de la Real Academia de San Dionisio de Ciencias, Artes y Letras

Notas de un lector

En el espacio 'Notas de un lector', Jorge de Arco hace reseñas sobre novedades poéticas y narrativas

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Se recogen en esta amplia compilación los trece poemarios editados hasta el momento por la poeta murciana Dionisia García y el inédito Regresos
En una entrevista concedida semanas atrás, afirmaba Dionisia García (1929): “Pienso que el arte y la poesía nos salvan de muchas cosas. Para mí, escribir un poema es un momento de luz, no sé si útil, pero valiosísimo”. Y recuerdo ahora sus palabras tras la gozosa lectura de “Atardece despacio” (Renacimiento. Sevilla, 2017), su poesía completa y abarcadora desde 1976 hasta 2017.Se recogen, pues, en esta amplia compilación los trece poemarios editados hasta el momento por la poeta murciana, al que se une el inédito “Regresos”.

Hay en el decir de Dionisia García una música serena y conciliadora, una hondura perfilada en imágenes precisas sobre las cuales se impone una lumbre que cobija y conforta.  Sus poemas se mueven en un estrato que roza la existencia sin que ésta llegue, finalmente, a quebrarse. Son variadas, sin dudas,  las formas en las que van alzándose sus anhelos, sus reflexiones, sus ausencias, sus esperas…, mas en todas ellas pervive la firme melodía de su lírico discurso: “Sobre la mesa el libro escrito/ en esa edad que, al comparar,/ siempre nos parecemos al más bello/. Tiempo el tuyo de sensaciones,/ cuando todo huele a mañana y es hermoso./ Tus palabras contrarias al destino,/ detienen la esperanza, siembran oscuridades./ Imaginemos de nuevo la alegría,/ el sencillo vivir entre las cosas”.

La contemplación de los escenarios que giran en derredor del yo, evocaninstantes donde el espacio y el tiempoconjugan de manera exacta con el fluir versal. Como alegoría de lo acontecido y de cuánto resta por ser, se sucede un cántico cotidiano, dador de una realidad palpable, que incide en instantesde nostalgia, de desamparo, de dicha. La esencia de la naturaleza se hace cómplice en su sentir y dora con sus aromas la verdad de todo aquello que permanece muy cerca del alma: “En la ciudad/ la lluvia es un olvido./ Lo más elemental nos abandona:/ los pájaros,/ el aire,/ la tierra viva./ Acumulamos rostros/ olvidando el regalo/ de tardes apacibles/ y el caer del agua./ Algo se ha marchitado muy dentro de nosotros./ En el origen, la verdadera historia”.

     Sabe, por tanto, Dionisia García que la certeza de las pretéritas ilusiones, aquellos sueños que aspiraron a volverse evidencia, pueden llegar a ser también abismo y soledad. Pero, al cabo, es el amor el bálsamo para tornar mudanza la tristura de las deshoras idas. Reingresar en la esperanza, hacer del alma unidad y vínculo será la manera mejor de no atender los tangibles dictados de la razón.

Dice José María Álvarez en su prólogo que estamos ante un escritora de “cuerpo entero”, la cual aúna “la coherencia del pensamiento y la intensidad artística. Leyendo este “Atardecer despacio”, encontrará el lector conveniente justificación a estas palabras. Porque al hilo de estas más de seiscientas páginas hay una lúcida insistencia en hacer del poema mirífica costumbre, venturosa claridad, indomable compañía.

    Cuatro décadas, en suma, de devoción poética, de sostenido compromiso, que albergan la memoria, el presente y el mañana de una admirable poeta: “La otra cara del tiempo acusó las ausencias,/ porque también en ella despierta lo imprevisto/ al descubrir el día y advertir los rosales/ cubiertos de rocío, la blanca llamarada del almendro,/ las cenicientas hojas de los álamos”

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