Notas de un lector

La piel del mañana

Considerada una de las escritoras mas destacadas del feminismo afroamericano, su obra ensayística ha tenido hasta la fecha mayor trascendencia que su lírica

Publicado: 23/09/2019 ·
16:49
· Actualizado: 23/09/2019 · 16:49
Autor

Jorge de Arco

Escritor, profesor universitario y crítico. Académico de la Real Academia de San Dionisio de Ciencias, Artes y Letras

Notas de un lector

En el espacio 'Notas de un lector', Jorge de Arco hace reseñas sobre novedades poéticas y narrativas

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     Se traduce por vez primera al español la poesía de Audre Lorde (Nueva York, 1934 – Saint Croix, 1992). Considerada una de las escritoras mas destacadas del feminismo afroamericano, su obra ensayística ha tenido hasta la fecha mayor trascendencia que su lírica. Sin embargo, fueron once los poemarios editados -el último de ellos ya póstumo- a lo largo de su vida. En 1968, vio la luz “The first cities”, que inauguraba una atractiva y prolífica trayectoria.

    La reciente publicación de “El unicornio negro” (Colección Torremozas. Madrid, 2019), acerca al lector el universo creativo y vital de la autora neoyorquina. Las certeras versiones de Jimena Jiménez Real vienen acompañadas de un enriquecedor prefacio. Por él sabemos que desde su juventud, Audre Lorde mantuvo una airada relación con sus padres y con apenas diecisiete años se marchó de casa. Ejerció como secretaria, enfermera, cortadora de cuarzo, bibliotecaria, docente, editora… y su atracción por la defensa de los derechos civiles y su lucha contra el racismo y la opresión de la mujer fueron creciendo de manera incesante.

“Concebidos tras una larga sequía creativa y con el fantasma del cáncer acechando en el horizonte los poemas que integran este libro ayudaron a la autora a recuperar su fortaleza en un momento de transición vital e incluyen algunas de sus creaciones más reconocidas”, afirma Jiménez Real.

    Su condición de mujer negra, lesbiana y poeta convirtió su diario acontecer en una batalla contra los manidos e injustos estereotipos de la época. En estas páginas, están tatuados sus miedos y sus anhelos, su soledad y su salvación, sus dichas y sus heridas: “Llevo dos mujeres sobre la espalda/ una es oscura y rica y está oculta/ en las hambres de marfil de la otra/ madre/ pálida como una bruja/ pero estable y familiar/ me trae pan y terrores/ en mi sueño (…) Madre necesito/ madre necesito/ tu negritud ahora/ como la tierra de agosto necesita lluvia”.

Detrás de ese lenguaje directo y corazonado, el discurso de la escritora neoyorquina se torna también símbolo y enigma, pues permite situarse en una categoría semántica más amplia, de la que pueden deducirse significados distintos y sugeridores. De esa forma, consigue liberarse de la opresión, de la imperante sombra que acechaba el porvenir y que no terminaba nunca de diluirse.Porque a lomos de ese “unicornio negro que no encuentra sosiego”, que es “implacable” y “no es libre”, hay una mujer que cabalga en pos de una luz que abarque lo ya acontecido, pero también la habitabilidad del mañana. Una poeta, sí, con una identidad pura y solidaria, que desdobló su ser y atomizósu consciencia para combatir la injusticia: “pues se nos ha enseñado a respetar el miedo en lugar de respetarnos a nosotras mismas”.

     En suma, un volumen necesario y cómplice, que explora de manera lírica la trascendencia de la tolerancia y de la libertad del ser humano: “Nacimos en un tiempo pobre/ sin tocar nunca/ el hambre de la otra/ sin compartir nunca nuestros mendrugos/ por miedo/ a que el pan se hiciera enemigo./ Hoy criamos a nuestras hijas/ en el respeto por sí mismas/ y por las otras”.

 

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