Elías, Juanma, Juan… ¿qué habéis hecho? Íbais a arreglar el desarreglo y lo ponéis peor. Íbais a imponer cordura y nos tenéis a todos locos. Ó queréis volvernos locos, aclaradlo. Lo de los EREs, que aún no ha terminado, no es mérito vuestro. No lo es desde que entró en el Juzgado antes que las torpezas y egoísmos de “los otros” os pusieran en San Telmo. Pero pasar de la prepotencia irresponsable de Díaz a la indocumentada prepotencia de Bendodo no es progresar. Ni siquiera es cambiar. ¿Dónde está el Sr. consejero de Salud? ¿Dónde está la oreja que del tirón deberíais haberle arrancado? (Es sentido figurado, claro, no os agarréis a un clavo ardiendo). Por si no lo sabéis, y parece que no lo sabéis, vuestro deber es mejorar la vida en Andalucía, en toda Andalucía. En toda. Y, como parte de ello, apoyar las reivindicaciones justas (las justas) y el trabajo por despegar de muchos ayuntamientos andaluces. Y si no lo hicieran, animarlos a que lo hagan. Y forzarlos si fuera necesario. Cuando abandonáis un palmo de tierra andaluza o un pequeño detalle de vuestra responsabilidad de gobernantes, abandonáis Andalucía. Entonces no se puede creer en vuestra buena intención.
De eso va hoy la cosa: de detalles. Detalles, pero no pequeños, que la vida humana tiene más valor del que le dais. Mucho más. El “Principio de Peter” siempre se cumple y la Junta es el mejor ejemplo. Por eso los mejores puestos nunca -o casi- son para los más merecedores. Por eso hay tantos “desajustes”. En lo sanitario, por ejemplo, los “mandamás” han visto felizmente coronado su “esfuerzo” para que la sanidad andaluza caiga a los últimos puestos de Europa. Otros, los juramentados y sus acólitos, parecen no rememorar a Hipócrates, respetable médico cuyo respetable sustantivo, objeto del juramento, ha sido trastocado de forma grave en adjetivo, calificativo que denuncia la perdida honorabilidad.
Así que un autobús puede cambiar su recorrido, de acuerdo con los viajeros, para llevar a un enfermo a la clínica; pero los profesionales de un centro de salud “no podían salir a la calle y recorrer 50 metros” para socorrer a otro hombre también víctima de infarto. Los “profesionales” de la sanidad ¿son más fieles cumplidores del “protocolo” o son más humanos los conductores de autobús? Lamentable duda para consumirnos. El viernes día 13, en Rochelambert en Sevilla, un hombre podría haber sido víctima del “protocolo”, golpeado en una caída fortuita y obligado a soportar durante una hora el frío del suelo de diciembre ante la impotencia de los viandantes, imposibilitados de socorrerle. Inadmisible protocolo por el que se llega a exigir hablar con el accidentado después de informarle que está inconsciente. O capaz de espetar “El médico es quien decide qué hacer, pero necesita saber qué tiene”, información exigida a personas sin formación médica y sin autoridad siquiera para mover al accidentado, primera recomendación de la autoridad sanitaria. Si el protocolo está hecho contra la salud de los ciudadanos, será exigible romper ese engendro y apartar a quienes lo hubieran creado. ¿O nada más es “exceso de celo”? o ¿falta de agilidad e interés?