Arqueología expoliada en el olvido

Publicado: 26/01/2020
Autor

Rafael Sanmartín

Rafael Sanmartín es periodista y escritor. Estudios de periodismo, filosofía, historia y márketing. Trabajos en prensa, radio y TV

Patio de monipodio

Con su amplia experiencia como periodista, escritor y conferenciante, el autor expone sus puntos de vista de la actualidad

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Una cosa es el robo de yacimientos para su venta y otra la conservación de objetos procedentes de esos yacimientos para exposición pública
Tremendo escándalo: el Museo de Osuna expone piezas arqueológicas supuestamente expoliadas de yacimientos. Escándalo viejo, por cierto. No por Osuna, sino porque todas las piezas arqueológicas expuestas en museos sólo pueden provenir de yacimientos. La relación de piezas arqueológicas ursaonenses expuestas en el Museo Arqueológico Nacional, que el alcalde de la ciudad ducal Marcos Quijada, remitió a este comentarista, llenaba una docena de páginas A4, a línea por objeto. Debe ser que Madrid tiene bula. Porque no es lo único: la Dama de Baza, llevada “para su restauración”, ya no sale de la villa y corte. Ni la Inmaculada de Schultz, robada del Museo hispalense con otros 99 cuadros por el codicioso Mariscal, que “pasaba por allí”, cuando Pètain la devolvió a Sevilla. Y otros cientos de obras de arte que, si volvieran a su origen, dejarían en pañales los dos grandes museos madrileños


Hay quienes afirman que esas piezas artísticas, como los leones de las Cortes “ahora” son patrimonio de todos los españoles. Será dudar que Andalucía forme parte de España, pues la aportación al Estado no depende de la ciudad en que se exponga, pero sí sería lógico  que sea cercano a su origen. Lo contrario, en cambio, no deja de ser grave. Un escandaloso expolio. Un saqueo. Ahora, cuando la Guardia Civil precinta el Museo por presunto expolio, puede que lo sea en la forma, sólo discutible desde el profundo conocimiento de la Ley; pero si se pretendiera trasvasar el posible delito al fondo cabría más hablar de arbitrariedad, de distinta aplicación de la ley, que de Justicia. Si así fuera, todos los museos del mundo deberían ser cerrados y las obras expuestas devueltas a los yacimientos de los que fueron sacadas. Pero esto sería una aplicación justa, ecuánime, certera y equitativa de la Justicia.


Una cosa es el robo de yacimientos para su venta a anticuarios y particulares y otra la conservación de objetos procedentes de esos mismos yacimientos para exposición y disfrute públicos. ¿O no? Si la conservación en un Museo también se puede considerar expolio, -consideraciones legales aparte por la forma en que hayan salido del yacimiento- si los objetos expuestos en el Museo de Osuna pueden tener el calificativo de “expolio”, ¿qué hacen todavía en Madrid esa extensa relación de casi cuatrocientos bienes culturales ursaonenses? Esos también han salido de yacimientos, pero no madrileños, ¿y españoles? Depende de la valoración de lo que es “patrimonio de todos…” y lo que no.


Si los objetos objeto de estas pesquisas policiales han llegado al Museo de forma irregular, por ejemplo, comprados a los expoliadores, debería entenderse como punible la compra. Sólo la compra, en tanto comprarlo es una forma de animar a los ladrones. También mantener en Madrid objetos depredados en Andalucía, es una forma de animar a los depredadores a los que, pese al peligro que conllevan y a lo negativo de la animación, se les continúa animando. Con lo aquí escrito no se trata de igualar los comportamientos ni culpar a todos por igual, ni siquiera de comparar; sí se trata de resaltar las indiscutibles analogías por si sirviera para despertar las conciencias.

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