El cambio cuesta 195.000 euros (de momento)

Publicado: 09/02/2020
Autor

Rafael Sanmartín

Rafael Sanmartín es periodista y escritor. Estudios de periodismo, filosofía, historia y márketing. Trabajos en prensa, radio y TV

Patio de monipodio

Con su amplia experiencia como periodista, escritor y conferenciante, el autor expone sus puntos de vista de la actualidad

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El significado del arte es discutible y tiene escasa enjundia buscárselo a lo que sólo pretende indicar, guiar. Pero un logo no es señalética
Casi siempre llueve cuando se cierra el paraguas. Es lo normal. Pues ya que hablamos de paraguas y de cambios, recordemos la noble profesión de diseño gráfico, arte, y parte del cambio, aunque para algunos sólo referido al de moneda. Moneda de cambio, que se llama, cuando lo que se cambia es el valor de las cosas y cuando algún valor -moral, personal, estructural, sentimental- es utilizado a cambio de algo. En esas estamos. Para el PSOE de 1982 el cambio era de sillón, mejor dicho, de quien ocupaba el sillón. Igual que para la actual sucursal del PP en Andalucía. En eso no hay diferencias, porque en el fondo no son partidarios de diferenciarse. En la forma, sí. Que si tampoco hay diferencias en la forma corren el peligro de perder electorado. Por eso al cambio de quienes se sientan en los sillones de San Telmo y de las consejerías, han añadido el de imagen a cambio de algo más. Algo más de ciento  noventa mil (195.000) euros.

De verdad, sin tener en cuenta el color de bandera de cada uno de ellos, justo es reconocer que Alberto Corazón no se machacó -como sí hizo muchas veces en su creatividad- cuando diseñó el “paraguas” de la Junta, aunque sí dedujo un significado. El significado del arte es discutible y tiene escasa enjundia buscárselo a lo que sólo pretende indicar, guiar. Pero un logo no es señalética, no pretende indicar un camino, una dirección, sino transmitir una experiencia, un sentimiento, una personalidad, diferenciar la marca en que se funde el logo de otras que pudieran serle similares o hacerles competencia.

Si Corazón dejó gran parte de su creatividad cuando diseñó el “paraguas”, tal vez influenciado más por la búsqueda de significados, tal vez por un lapsus de su iniciativa y originalidad, lo de Juan Carlos Patrón ha deshecho el “patrón” de lo que debe ser un logo capaz de identificar algo, más aún, llevar al público a identificarse. Para que pueda haber identificación el logo debe contener originalidad y exclusividad. Una letra, por sí sola puede resultar original, según la letra, claro. Pero no la conoce siquiera, cuando es la copia de copias del mismo diseño. A la Junta de Andalucía le puede costar un dineral si los propietarios del juego basado en el joven mago inglés, denuncian esta “A” tan poco original, que repite modelos anteriores y es idéntica al citado juego sobre Harry Potter. Alemania y varias marcas comerciales se identifican con una letra “A” tan parecida a la de la Junta que cuesta trabajo creer que pueda ser original y más que el diseñador no las conociera, pues hasta hay en Internet una plantilla a la que sólo habría que borrarle un poco de la línea central, para completarlo sin intervención de magia.

Da la impresión de que Juanma está puesto en la Junta para que reciba los palos de Bendodo, que nos tiene vendidos con sus desvaríos. El arte abstracto y el diseño esquemático suelen explicarse con la definición de su autor (si hay quien lo quiera creer). La vulgar copia, ni sintética ni sólida no vale los 195.000 euros de logo y manual de imagen. Sin dinero para mejorar la sanidad, lo habrá para tirar sábanas, almohadas, uniformes, etc. Los “autores del cambio” no avisaron que el cambio fuera esto.

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