Quisiera ser marinero por ti

Publicado: 12/01/2025
Autor

Paco Melero

Licenciado en Filología Hispánica y con un punto de locura por la Lengua Latina y su evolución hasta nuestros días.

El Loco de la salina

Tengo una pregunta que a veces me tortura: estoy loco yo o los locos son los demás. Albert Einstein

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Me estoy volviendo monárquico, porque dentro de mi locura veo que en los reyes afloran unas cualidades humanas que no veo en los políticos actuales
Así comenzaba el primer tango que compuso este loco para el coro Colorín Colorao allá por el Carnaval de 1988. Sin embargo, hay que estar bastante tocado para embarcarse un día de neblina sin la decidida intervención de todos los santos del cielo. Pues eso es precisamente lo que este loco hizo el sábado pasado con tal de ver al Juan Sebastián Elcano salir de Cádiz. Evidentemente me tenían que matar para no acompañarlo, y además en un coqueto velero.

Amaneció la aurora sin ganas de combatir la niebla.  El sol tampoco estaba por la faena. Pensé para mí, recordando a Antonio Burgos, que Londres era Cádiz con más fresquito, y Cádiz era Londres con más veleros. El agua estaba bastante mansa, hacía un frío soportable y el cielo lucía un gris perla clarito. Lo suyo hubiera sido un día de pleno sol con un poquito de viento para lucir todas las velas de los cientos de veleros que se dieron cita alrededor del Elcano para acompañarlo en su nueva travesía.

Ha sido un acontecimiento histórico el que Leonor, futura reina de este país, fuera a bordo. Una experiencia parecida la tuve yo hace cincuenta años, cuando el niño Felipe, a bordo del Congreso, se ponía a la sombra de su padre para contemplar el fin de una época franquista, gallina de oro que ahora por huevos se quiere seguir exprimiendo.

Fue un plácido viaje por la bahía. Felipe VI y Leticia iban a bordo de una fragata y se les veía emocionados, porque toda despedida, y más la de los hijos, provoca un arranque de emoción difícil de contener. Tendrán coronas de oro, pero estas no se pueden igualar con el sencillo laurel que corona la cabeza de los padres. Si es lo que yo digo; me estoy volviendo monárquico, porque dentro de mi locura veo que en los reyes afloran unas cualidades humanas que no veo en los políticos actuales ni en pintura, porque están en otras historias y solo les ocupa el ansia de seguir eternamente en sus respectivos sillones. Para colmo la ministra de Defensa llegó tarde, dicen que por culpa de la niebla. Estos ministros socialistas están llegando tarde en demasiadas cosas. Seguramente que, como viene tan poquito por Cádiz, ni siquiera el piloto del helicóptero sabía por donde quedaba esta ciudad. Hasta desde el velero se escuchaban los pitidos y los abucheos. Y algún iluso se creerá que les preocupa.

Pero vamos a lo realmente importante. Era un increíble espectáculo ver esa mole del Elcano surcando el agua y meciendo las bandas entre la infinidad de veleros que lo acariciaban y lo llevaban en volandas por la Alameda Apodaca hasta perderlo de vista entre banderas de todos los colores. Por supuesto que destacaba nuestra bandera, entre otras cosas, porque no estamos en Tailandia, y aquí en España, ya se sabe, el que saque una bandera española es un facha. Pero la verdad es que el mar de la bahía de Cádiz se llenó el sábado de tal cantidad de presuntos fachas, que aquello impresionaba al presunto progresista más tonto de la reunión. Cuando volví al manicomio, los locos se arremolinaron a mi alrededor para que les contara alguna migaja de lo que había visto. Les expliqué que fue una mañana marinera fantástica y gocé de la maestría de Diego a cargo del timón de un velero que viento en popa a toda vela, no corta el mar sino vuela, como decía Espronceda.

En definitiva, son recuerdos que quedan en el corazón y que me traen a la memoria aquel primer tango del coro Colorín Colorao, en el que expresaba mi deseo de navegar por los mares sin fin.

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