Vivir la realidad

Publicado: 28/06/2024
Jorge Ramos recibió esta semana el premio a mejor Artículo de Opinión por su propuesta para el Concurso de Redacción
Jorge Ramos recibió esta semana el premio a mejor Artículo de Opinión por su propuesta para el Concurso de Redacción para Escolares convocado por la Asociación de la Prensa de Jaén. 

Este joven, alumno del Altocastillo, además de mostrar una gran capacidad para la expresión escrita, propuso una reflexión sobre la importancia del ejercicio físico. 

“Desconectar para conectar”, así lo tituló. Un enunciado idóneo, teniendo en cuenta, como expuso, los tiempos de alta exposición a la tecnología que vivimos. 

Más allá de por los beneficios a nivel de salud o estética, cuando Jorge leyó su artículo en la entrega de los premios, puso voz a un par de líneas concretas dignas de resaltar: “No se trata solo de sudar y quemar calorías, se trata también de liberar endorfinas, esos pequeños guerreros químicos que luchan contra el estrés y elevan el ánimo. Los estudios demuestran una reducción significativa en los niveles de ansiedad y depresión entre aquellos que realizan ejercicio regular durante sus vidas”. Qué buena forma de exponerlo.

Son tantas las emociones que se viven en la práctica deportiva, tan opuestas como pueden ser el sufrimiento o la euforia, pero todas ellas se sienten en ese concreto período de tiempo, llevando a la satisfacción al concluir el entrenamiento, el partido, las series…

Y no solo eso, como bien afirma Jorge: “Desconectar para conectar”. Así es, subrayaré que cuando uno practica deporte siente la realidad. 

¿Por qué? Por cómo apartamos cualquier interacción digital cuando estamos concentrados en dar nuestro mejor esfuerzo (en este caso, se perdonan los relojes de runners o ciclistas). El móvil queda a un lado, la ficción de las redes sociales desaparece, no hay presión de tener que ser como nadie y lo que llega a través de los sentidos tiene texturas, no la frialdad de una pantalla o altavoces.

Ya no solo en el rato en el que los rostros se empapan de sudor, sino también en los momentos previos y posteriores, cuando, como mucho, en el camino al lugar la única (y pequeña) distracción respecto a lo que nos rodea es la música que llega a través de los auriculares. Admirando lo que nos rodea, descansado la vista, renovándola. 

“Tardes en el Lagartijo”, así denominé este espacio en los viernes de Viva Jaén. Y no, no tiene nada que ver con el Lagarto de Jaén. El “Lagartijo” es la cancha de baloncesto en la que juego los domingos por la tarde en Martos. Sin glamour ninguno, suelo de asfalto y canastas sin red. 

No hace falta más, esa sencillez hace olvidar el excesivo perfeccionismo de los posts en redes. Al final, solo importa jugar y el buen rato que se pasa con los que acuden al encuentro semanal. 

En conclusión, toda la razón para Jorge, pues cuando regreso a casa tras jugar en el “Lagartijo” lo hago sin estrés y con un ánimo renovado y, sobre todo, sintiendo la realidad, no lo captado por una cámara.

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