Mucho se ha hablado sobre el incremento de las poblaciones de medusas en las costas mediterráneas. Sus       ocupaciones  de las aguas que bañan el litoral motivan un importante problema sanitario que ha llevado a las autoridades a plantear medidas de protección. Las escasas precipitaciones pluviales registradas en otoño invierno 2011/2012  pueden dar lugar, por la alta salinidad del agua de nuestro litoral, a que sea más frecuente su presencia en las costas del litoral español, principalmente en el de aguas calientes.

 

Las medusas, consideradas uno de los principales enemigos de los bañistas, pueden aparecer masivamente en verano y llegar flotando hasta las mismas playas, con lo cual la picadura suele producirse ya sea por el contacto accidental con ellas o lamentablemente cuando se las intentarla coger de forma voluntaria. Por ello la OMIC del Ayuntamiento de Torremolinos incide en que es  imprescindible que los bañistas tengan conocimiento de las medidas de prevención y primeros auxilios adecuadas.

Las medusas viven normalmente a una distancia de entre 20 y 40 millas de la costa, donde el agua es más salina y más cálida que la costera. El agua costera, más fría y menos salina, actúa de barrera para las medusas. Sin embargo, cuando la aportación de aguas de río (proveniente de las lluvias) a la costa ha sido baja, como ha sucedido en el otoño invierno 2011/2012, la salinidad de las aguas costeras aumenta y se equipara a la del agua más alejada de la costa.

Las células urticariantes de las medusas tienen en su interior una cápsula, en cuyo interior hay un filamento enrollado y veneno. Cuando una presa contacta con la superficie de la medusa, se abren los cnidocistos y los filamentos se eyectan y se clavan en la presa donde inyectan el veneno.

Las picaduras de las medusas no suelen ser graves, aunque siempre existe la posibilidad de una reacción de hipersensibilidad al veneno, y se caracterizan por ser muy molestas y producir a las personas una intensa sensación de dolor y picor, acompañados por una inflamación de la zona afectada, con enrojecimiento del lugar en el que se produjo el contacto. En ocasiones también pueden observarse restos de tentáculos adheridos a la piel.

La toxicidad y la variedad de síntomas dependen de diversos factores: salud y edad del paciente. Peso y cantidad de toxina inyectada. Superficie expuesta a picadura, grosor de la piel en el área expuesta (mayor resistencia en palmas y pies). Especie, potencia del veneno y número de nematoditos descargados.

En este sentido, la OMIC destaca que las medidas de prevención son fundamentales, motivo por el cual las personas tienen que evitar, siempre, tocarlas y mucho menos aún coger con las manos las medusas si no se llevan guantes protectores adecuados. Los usuarios de las playas deben limitarse a observarlas desde lejos ya que si bien para muchas personas pueden resultar animales curiosos e inofensivos, no deben olvidar que su picadura puede ser peligrosa.

Con más de 10.000 especies en el océano, las medusas son responsables de uno de los envenenamientos humanos más comunes. Más de 1000 especies son tóxicas para la especie humana y el contacto con estas causa una serie de síntomas, desde el enrojecimiento cutáneo hasta cuadros más graves.

Los temporales de Levante suelen acercar en verano bancos de medusas que incordian a los bañistas.

Entre las especies existentes, que son empujadas desde aguas interiores hacia las playas, destaca la Noctiluca Pelágica, apenas visible debido a su transparencia y cuya picadura resulta especialmente molesta. Por ello los bañistas deben respetar las señales que avisan del peligro.

 

Evitar el contacto directo con las medusas, especialmente en adultos mayores y personas alérgicas, no tocar aquellos ejemplares que se encuentren a orilla de playa, incluso los aparentemente muertos y no aplicar agua dulce sobre las zonas de la piel afectadas, son algunas de las recomendaciones por un grupo de investigadores del Instituto de Ciencias del Mar del Consejo Superior de Investigaciones científicas.

 

Recomendaciones

 

Debido a que son transparentes no son fácilmente detectadas o vistas hasta que se entra en directo contacto con ellas. Aunque parezca que es algo complicado su tratamiento es muy sencillo y raramente la persona afectada necesita atención médica especializada.

No obstante considerando que es posible que cuando nos estamos bañando no nos demos cuenta de que tenemos una medusa cerca, es interesante recordar que en caso de ser picados desde el Instituto de Ciencias del Mar de Barcelona se recomienda:

• No frotar la zona afectada ni con arena ni con la toalla.
• No limpiar la zona de la picadura con agua dulce, usar siempre agua salada.
• Aplicar frío sobre la zona afectada durante 15 minutos usando una bolsa de plástico que contenga hielo.
• Nunca aplicar hielo directamente a no ser que sea de agua marina y si el dolor perdura hay que aplicar de nuevo la bolsa de hielo durante otro cuarto de hora.
• Extraer cualquier resto de tentáculo que permanezca adherido a la piel, teniendo cuidado con los dedos.