Agua, vida y turismo

Publicado: 10/08/2020
Autor

Rafael Fenoy

Rafael Fenoy se define entrado en años, aunque, a pesar de ello, no deja de estar sorprendido cada día

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Si hay un elemento estratégico este es el agua; en España mucho más; parte importante de su economía se sostiene por millones de turistas que consumen mucha
El Agua, un producto de primera necesidad,  que solo cuando nos falte, entonces y sólo entonces, tendremos la escalofriante certeza de que debemos asegurar el acceso a ella o moriremos. Si hay un elemento estratégico este es el agua, en España mucho más ya que una parte importante de su economía se sostiene por los millones de turistas que nos visitan y que consumen mucha agua.

A parecen de vez en cuando noticias como esta:  “según la Fundación Aquae, 2.100 millones de personas no tienen acceso a servicios de suministro de agua potable segura.”, ya que “usan agua potable mezclada con aguas residuales, lo que supone el riesgo de sufrir cólera, ...” Incluso titulares como el siguiente: “El derroche de agua, la principal causa de la escasez”. Aunque la industria y la agricultura consumen enormes cantidades de agua, el consumo privado también tiene su importancia y con pequeños cambios en los hábitos se ayudaría a la conservación del preciado líquido.

Desde 1992 se viene hablando del desarrollo sostenible, término acuñado en la Conferencia Mundial sobre el Medio Ambiente organizada por la ONU en Rio de Janeiro. Camino de los 30 años y ningún gobierno se ha tomado en serio este asunto. Ya que se sigue como si la naturaleza fuese ilimitada o peor aún como si la especie humana pudiera seguir deteriorándola sin consecuencias. En el centro de la sostenibilidad el Agua forma el núcleo duro del problema, junto a la atmosfera y los suelos. Tres de los antiguos elementos que componían la materia, según los filósofos griegos presocráticos, se han convertido desgraciadamente en objeto de graves preocupaciones desde hace décadas. El filósofo griego Tales de Mileto propuso que el principio de todas las cosas era el agua y no iba descaminado el padre del conocido teorema matemático. La presencia de agua potable ha determinado los asentamientos humanos y la pérdida de la misma ha provocado las mayores migraciones conocidas. El vecino gran desierto del Sahara, hace algunos milenios era un vergel.

En el Campo de Gibraltar la situación es muy problemática ya que el volumen de agua embalsada que debe garantizar el consumo humano, se ha reducido hasta límites inseguros. El gran pantano de la zona, el del Charco Redondo, el día 4 de agosto tenía agua a un 31% de su capacidad. En esa misma fecha en 2019 contenía un 62% de su capacidad. Otros como el de Guadarranque está al 37%, cuando el año pasado contenía un 69%, el de Almodóvar está al 33% o el cercano del Celemín, en Alcalá, está actualmente al 28% de su capacidad. Otro año de pluviosidad similar al presente y nos quedamos sin esos 30% de agua, que es decir NADA.

 En los medios de comunicación el tema de la escasez de agua, provocada por el cambio climático, ni asoma, acaparando la actualidad el COVI19 y el ex rey huido Juan Carlos. Viene a cuento la moraleja de Samaniego en la que dos liebres, en lugar de escapar, se dedicaron a discutir sin quienes corrían a cazarlas eran galgos o podencos.

La pregunta es obligada: Si tenemos más que indicios de que se avecina una catástrofe por la falta de agua ¿por qué no se están tomando medidas para un consumo responsable, se ordenan los usos industriales y agrícolas y se gestionan soluciones para almacenar más y mejor? Porque a la escasez se suma que además han aumentado peligrosamente los niveles de contaminación, ya que el 34% de las muestras en ríos y embalses gaditanos supera los límites de glifosato sustancia utilizada en agricultura..

Hay quien vaticina que si nadie lo remedia, y parece que no se está en ello, en el 2040, podría no haber agua para todos los españoles. Menos aún para los millones de turistas que se esperan como “agua de mayo”, la que precisamente tampoco cayó este año.

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