Arcos

Antonio Hernández toma el premio de las Letras Andaluzas

El acto se celebró en el Salón de los Espejos del Ayuntamiento de Málaga

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  • Junto a los hermanos Guerra. -

El Salón de los Espejos del Ayuntamiento de Málaga fue el escenario de la entrega  del IV Premio de las Letras Andaluzas Elio Antonio de Nebrija, que este año ha recaído en el poeta de Arcos Antonio Hernández; galardón concedido la primavera pasada por la Asociación Colegial de Escritores de Andalucía y patrocinado por la Fundación Unicaja.


Ya el día anterior, el jueves 17 de octubre, Antonio Hernández  impartió una conferencia y lectura de algunos de sus poemas en el Salón de Actos de Unicaja en Málaga.


En el evento del viernes intervinieron varias personalidades, entre ellas el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, quien dio lectura de una emotiva carta dirigida por el alcalde del Ayuntamiento de Arcos, José Luis Núñez, al hijo predilecto de la ciudad, donde se lamentaba de no poder estar presente en el acto por compromisos adquiridos con anterioridad, y donde mencionaba tanto su admiración personal como de los habitantes de Arcos, y por supuesto la más calurosa enhorabuena por el premio concedido.


Todos los intervinientes destacaron la labor y la aportación que la obra poética y narrativa de Antonio Hernández ha dado a nivel nacional e internacional: más de cuarenta libros y traducido a más de veinte idiomas.


Su último libro, Nueva York después de muerto (editorial Calambur), es el principal argumento para el premio recibido. No es el único que ha acogido el hijo predilecto de Arcos, ya que en 1964 consiguió ganar el prestigioso Premio Adonais, con su fabuloso El mar es una tarde con campanas.
En el evento previo, emocionó la lectura de su poema Coronarias dedicado a su ciudad natal, que es Arcos y que dice así: Siempre que he visto un trigal/ me ha dicho mi corazón/ que él se llama Andalucía./ Y hemos temblado los dos./ Siempre que he visto un río/ ceñir su agua a una peña/ he notado por los ojos/ mi corazón dando guerra./ Y siempre que he visto un pueblo/ Encima de una montaña/ se me ha ido de la mano/ mi corazón a mi casa./ Casa, peña, río, pueblo,/ Andalucía lejana…/ ¡Son los latidos que tengo!


Precioso poema que despertó incluso lágrimas en algunos presentes, además de la inevitable emoción ante la belleza de los versos. La velada transcurrió con los merecidos elogios al gran poeta arcense.

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