El pobrecito hablador

Tengo un trato

No es justo que desequilibremos vuestras arcas, mamando de ellas como bebés insaciables hasta dejaros sin un mal euro con el que pagar cualquier comisionilla

De verdad, me preocupa que lo paséis tan mal por nuestra culpa. Me sabe aún peor que os produzcamos tantos quebraderos de cabeza.

No es justo que desequilibremos vuestras arcas, expoliándolas y mamando de ellas como bebés insaciables hasta dejaros sin un mal euro con el que pagar cualquier comisioncilla, para que, a cambio, financiéis nuestros colegios y hospitales. No es justo que nos peguemos a vuestras costillas y os saquemos la sangre, y todo a cambio de nada. O casi nada. En vuestra infinita sabiduría, supisteis sacar mejor provecho de los fondos de cohesión europeos, un dineral que seguramente nos habríamos gastado en ferias y nazarenos, y que vosotros convertisteis en una moderna terminal de aeropuerto.

Así que, después de darle muchas vueltas a la cabeza, creo que lo mejor que podemos hacer es un trato. No nos deis mas. Nada. Ni un euro. Todo para vosotros. Nada de subvenciones, becas, dádivas, limosnas, estipendios o regalos. No nos lo merecemos, por nuestras malas cabezas, nuestra falta de seriedad y excesos de alegría y frenesí.

A cambio, nosotros tampoco aportaremos nada. Es lo justo. Así que lo que haremos será que cada céntimo de IVA que paguemos por las facturas de teléfono o gasolina, cada euro de beneficio que se genere en los supermercados con sedes centrales radicadas en Madrid, se quedarán aquí. Nos quedaremos con todos los impuestos que generen los tres o cuatro turistas que se dejen caer por aquí, nada, veinte duros mal contados.

De todas maneras, aportamos tan poco a las arcas estatales que no se notará la diferencia. No tendréis problemas para pagar a todos los funcionarios de ministerios, secretarías, museos y demás organismos estatales que viven allá, comen  allá, se gastan su sueldo allá. No os hacemos falta, podéis tirar para delante sin nosotros, ocho millones y medio de lastres inconscientes, vividores que no necesitan escuelas para ser camareros, ni necesitan médicos, porque el solecito y el aceite de oliva hacen  milagros.

Y ya de paso, le decís a Donald Trump que empiece con sus muros por la parte de Despeñaperros.
Nosotros pagamos esta ronda.

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