La escritura perpetua

Ciudadano Iker

La carrera de Iker Casillas está asociada a momentos de felicidad de los aficionados al fútbol

Publicado: 11/11/2020 ·
11:17
· Actualizado: 11/11/2020 · 11:17
  • Iker Casillas. -
Autor

Luis Eduardo Siles

Luis Eduardo Siles es periodista y escritor. Exdirector de informativos de Cadena Ser en Huelva y Odiel Información. Autor de 4 libros.

La escritura perpetua

Es un homenaje a la pasión por escribir. A través de temas culturales, cada artículo trata de formular una lectura de la vida y la política

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La carrera de Iker Casillas está asociada a momentos de felicidad de los aficionados al fútbol. La parada a Robben durante la final España-Holanda con aquel pie eléctrico y lleno de intuición y magia. Cuando alzó, como capitán del combinado español, la Eurocopa de selecciones en 2008 y 2012. Y aquella Copa del Mundo, cumbre de casi un siglo y medio del fútbol español, durante esa noche estival de Johannesburgo en la que vivió la gente esa emoción absurda pero tremendamente poderosa que provoca este deporte. Iker ha sido un portero con carisma que ha traspasado la sensibilidad de la gente hasta el punto de que fue considerado como uno de los nuestros por todos los aficionados. Porque Casillas posee esa cualidad indescifrable que es el carisma. Lo ha escrito Santiago Segurola: “Casillas permanecerá en la memoria por todo lo que ganó, por su misteriosa capacidad para protagonizar paradas inolvidables y por su empatía con el hincha común. Casillas habitaba un atrevimiento juvenil y barrial, un Peter Pan del fútbol”. Iker perteneció a un tipo de profesional que alcanzó su prestigio a través del mérito, el trabajo y el esfuerzo. A los nueve años firmó por el Madrid. Los padres de Iker recorrían a diario el largo trayecto de ida y vuelta existente entre Móstoles, donde vivían, y los altos del Paseo de La Castellana, en los que estaba la antigua Ciudad Deportiva madridista, para llevarlo y traerlo en coche desde casa a los entrenamientos. Atentos siempre a que el joven Iker fuera un buen estudiante, que no lo distrajera excesivamente el fútbol.   

Casillas transmitió durante mucho tiempo la imagen de un hombre feliz. Pero lo ha golpeado con dureza la vida. El infarto que sufrió en mayo de 2019. El cáncer que detectaron a su mujer, Sara Carbonero, ese mismo mes. Y, antes, las humillaciones públicas a las que lo sometió José Mourinho, esa hiena con chándal de entrenador de fútbol. Pero a las curvas de la vida se ha enfrentado Iker como a aquel balón de Robben: con valentía, honradez y reflejos. Casillas anunció en agosto que se retiraba del fútbol. Actualmente vive en Madrid y la pasada semana manifestó a un periódico: “Ahora, tras el infarto, valoro cada momento y le doy importancia al día a día”. Y se ha implicado en un proyecto español de cardiología deportiva digital en remoto basado en la inteligencia artificial. Pero Casillas ya es un héroe de la memoria colectiva y sus hazañas se transmitirán de generación en generación. Casi no quedan deportistas como él.

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