El cementerio de los ingleses

Cultura del esfuerzo

No veo mucho mérito en ganar una carrera cuando sales con medio circuito de ventaja sobre los demás

Publicado: 12/01/2025 ·
14:11
· Actualizado: 12/01/2025 · 14:11
Autor

John Sullivan

John Sullivan es escritor, nacido en San Fernando. Debuta en 2021 con su primer libro, ‘Nombres de Mujer’

El cementerio de los ingleses

El autor mira a la realidad de frente para comprenderla y proponer un debate moderado

VISITAR BLOG

Supongo que les suenan palabras como meritocracia o expresiones como cultura del esfuerzo. Expresiones que suenan muy bien, que proponen el triunfo de los que se dedican por entero a perseguir un objetivo, una meta, un sueño. Sin embargo, la realidad a la hora de usarla como argumento dialéctico es que esconde un mensaje de culpa hacia las víctimas reales de una situación. Básicamente, se traduce como «eres pobre porque quieres o porque eres vago y tonto». Salvando las distancias, es exactamente el mismo excremento argumental que cuando se culpa a una mujer de su propia violación porque «iba provocando». Si lo vemos de una manera menos drástica, es como un mensaje de autoayuda diciendo que puedes hacer todo aquello que te propongas: si no lo logras, es porque no te lo has propuesto lo suficiente, es culpa tuya. Y aquí sigo, intentando rascarme la espalda con el codo...

Es curioso que quienes usan esta falacia meritocrática contra las clases más humildes son los mismos a quienes luego salpican escándalos de corrupción o quienes han empezado su andadura empresarial y emprendedora desde una posición de salida aventajada: ahí tienen a Elon Musk, presumiendo de hacerse a sí mismo cuando su padre tenía minas de diamantes en Sudáfrica. No veo mucho mérito en ganar una carrera cuando sales con medio circuito de ventaja sobre los demás. Pues esos a quienes ya tienes delante antes de salir a correr dicen que no se esfuerzan ustedes lo suficiente. O que son ustedes idiotas por no tomar la salida desde una posición más adelantada. Como si eso dependiera de uno. La ironía resulta insultante cuando el rico dice que eres pobre porque quieres, cuando parte de una herencia, de respaldos a los que no todo el mundo puede aspirar o de algún dinerillo caído del cielo de algún pelotazo turbio a los que la política nos ha acostumbrado.

El embuste sobre el esfuerzo cala en una población que cada vez se preocupa menos de la veracidad del mensaje y se conforma con que se adecúe a lo que quiere pensar. He llegado a pensar que nos agarramos a lo que queremos creer, aunque no sea cierto, para no tener que lidiar con la frustración de un presente marrón con moscas y un futuro color de hormiga. Y tal es así que se instalan ideas que se han enquistado de tal manera que cuesta devolver el raciocinio a las mentes y sacarlas del falaz bucle: si reclamas tus derechos, alguien dirá que eres un vago y un blandengue. Si quieres tener los descansos estipulados por ley y convenio, algún abuelo te recordará sus hazañas durmiendo poco y hasta presumiendo de los problemas de salud que ello le ha causado. Si pretendes tener tu jornada de ocho horas y conciliar, es que se han perdido los valores y somos unos señoritos. Y así con todo. Quieres un trabajo que te permita comer, vestir y pagar, quieres ver a tu familia, tener tus vacaciones, poder ponerte enfermo sin temer por todo lo anterior... según los esforzados ultracapitalistas, la dignidad es de vagos y egoístas. Sé un buen esclavo, gandul...

Lo peor no es que haya obreros empachados de ese discurso y recriminando a otros que pretenden tener una vida digna, recordándome al personaje de Samuel L. Jackson en Django desencadenado; lo peor es que no se den cuenta de que es mentira pese a tener dos trabajos y no salir de la precariedad. Siguen defendiendo a tal o cual rico aún sabiendo que su meritocracia procede de ser hijo de..., de contar con según qué favores, de explotar a trabajadores o de haber conseguido de aquella manera la adjudicación de algún servicio público. Al final, creo que hace falta cultura para abrir las mentes y despertar. Y no, no hablo de la del esfuerzo.

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN