El pobrecito hablador

No es por ti, es por mí

No había excusas, ni presunción de inocencia, ni tuiteros. Era una vergüenza, no tenía dignidad...

Al terminarse una relación, siempre es por culpa de los dos. Volcar las razones en una de las dos partes es siempre, como mínimo, injusto, aunque ambos se esfuercen en desnivelar la balanza a su favor.

Cuando Rita Barberá se encontraba aún entre nosotros, el PP rompió su relación de amor con ella. Pasó de ser un referente, un modelo a seguir, Rita eres la mejor, a un elemento indeseado, un cuerpo extraño que fue extirpado, apartado a la última fila, ya no es de los nuestros, yo estaba en COU, Marguis, que no me has saludado.No había excusas, ni presunción de inocencia, ni tuiteros. Era una vergüenza, no tenía dignidad, un perjuicio que llevaban a cuestas, un lastre para sus expectativas electorales. Se le daba de lado, se la ignoraba, se torcían los cuellos, como si te cruzaras con alguien al que le debes dinero, en lugar de un reguero de votos.

Pero al morir, las lanzas tornaron en flores, las puyas en alabanzas, la amnesia en un No Te Olvidaremos. Y el infarto, ese asesino invisible que no entiende de clases ni profesiones, deja de ser el culpable, descargando las culpas en la prensa, los rojos, los tertulianos feroces, el linchamiento mediático. Aunque parece que se olvide el por qué estaba en el ojo del huracán o por qué era llamada a declarar por el Supremo. Quizás sueñan con que la parca, al llevarse su alma, acarree con sus errores, un pitufeo en diferido.

Más que la pena o la razón, creo que lo que habla es la mala conciencia. Escudarse en que se la expulsó para protegerla me suena ese “no es por ti, es por mí”, la excusa más cobarde de todas a la hora de romper con tu pareja. Se buscan hienas entre la prensa, criaturas feroces que mordieron a la ex-alcaldesa en vida; sin embargo, no hay peores cuñas que las de tu propia madera, peor crítica que la de tu familia. Dale voto a cuervos..

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