Sí, es muy sano salir a la calle. Se orea el cuerpo y la mente, se tonifica, se refresca el espíritu y la memoria, que algunos la tienen atrofiada, parece; aunque digan que es “la inteligencia de los torpes”, no haga caso. Es la forma de no perder de vista quienes somos, por qué estamos aquí y, más grave aún, por qué estamos así. Sacar a la gente a la calle también es signo de energía y muy necesario cuando las cosas no marchan como es debido. Es también un signo de dignidad cuando se pisotean nuestros derechos; pero siempre, no sólo cuando nuestros derechos los pisotean sus contrincantes políticos.
Sí, señor Moreno: hay que mostrar energía en la defensa de Andalucía. Pero siempre, y sin desaprovechar la oportunidad de ser original, porque lo de oponerse solamente cuando mandan los oponentes respectivos, es la más lamentable y ruín de las posiciones, por más política que pueda ser. Es bueno mostrar energía en la defensa de Andalucía aunque venga de un recién converso. O no. Si no se trata de conversión, sino de oportunismo, mucho peor.
Verá: el 28 de febrero los andaluces llevamos años saliendo a la calle para reclamar nuestros derechos: el derecho a una vida digna; a un sueldo decente; a una enseñanza en condiciones, sin condiciones; a no dejar la totalidad del sueldo en manos de la especulación; a no morir de hambre.
Y hasta ahora, Sr. Moreno, en todos los años que el pueblo andaluz lleva saliendo a reclamar sus compromisos al poder, nunca les hemos visto a ninguno de los suyos, ni siquiera ponerse al lado de los que reclaman porque son los que sufren las consecuencias de una política volcada en el mayor beneficio posible para quienes más beneficio obtienen ya.
Andalucía no necesita más enfrentamientos falsos, específicos cuando en Madrid están “los otros”. Eso ya lo hacían “sus otros”. Sacar a la calle ¿para qué? ¿a quién, señor presidente? ¿Falla su memoria o es algo peor? Ya llevamos años saliendo cada 28 de febrero ¿puede aportar algo a nuestras reivindicaciones? Si es así, póngase junto a los que reclaman porque sufren.
Su desconocida afición a reclamar desde la calle, choca con su falta de costumbre, con su indiferencia anterior y la de sus acompañantes en el Gobierno de Andalucía. Si ahora, de pronto, quiere ondear la bandera verde y blanca, empiece por apartarse de quienes la aborrecen entre sus socios y en su propio partido y acérquese a los andaluces. No van a negarles un sitio en la manifestación, porque sólo ustedes se han negado siempre a participar.
Pero si pretender capitanear lo que ya alcanzó mayoría de edad sería un grave error por su parte, provocar un movimiento paralelo será error doble. Hágalo. Hágalo y Andalucía -que no perdona traidores- no le perdonará el intento de dividir a los andaluces, de reventar la manifestación del 28 de febrero, desde donde tanto debe reclamarse a su gobierno. Necesidades que, resueltas, le mantendrían en San Telmo. Únanse como personas, como andaluces si así se sienten. A pesar de que la unidad de los andaluces sea lo más temido por todos los partidos al servicio del lobbie que les sostiene, capitalizarla será imposible. Organizar otra manifestación o concentración paralela marcará su final.